Des-vestir

“Usted me recuerda a un ladrón con el sombrero ardiente”, le dijo la profesora de Letras y Andrés levantó la vista de la Nintendo para revolear los ojos. Cuando todos usaban campera de cuero, Andrés usaba una de jean. Ahora que todos usan campera de jean, Andrés no se saca el rompeviento, es medio profeta del absurdo.

Elijo decir pullover porque es de esas palabras con transparencia: del inglés pull-over, donde el verbo pull me dice que hay un tire y afloje con los tipos como él; y del nórdico pula (trabajo duro), me revela la lucha interna que tiene con la madurez, consigo mismo y con el mundo.

Nunca confies en un hombre que usa medias suaves decía mi abuela. Cuando lo conocí llevaba una remera verde desgastada que empataba con la nostalgia de sus ojos. Parecía ido, con las pupilas dilatadas, los ojos vidriosos.

Alex es de esos chicos prolijos. Esos que caminan derechitos aunque pase muchas horas frente a la computadora. Sí, esa gente que se para erguida aunque esté en la fila de la verdulería; esos que llevan la mochila a la altura correcta de la espalda.

Ivo pertenece a esa generación con el jopo parado que no le interesa el futuro porque ya se adueñó del presente. Va de una punta a la otra de la ciudad con la cámara de aire de sus Nike, la suela impoluta. Este chico se cuestiona todo, menos los diez pares de zapatillas que va rotando a lo largo de la semana. Su vida entre algodones me enseñó que existe otro glamour.