Carlos Trevisan - Perseverando con las Propuestas.
Podcast de Carlos Trevisan
El Licenciado Carlos Trevisan a través Del Show de los Impactos, ofrece su visión critica y personal, sobre temas que hacen a la problemática de Misio...
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13 episodiosArgentina en los últimos años se ha convertido en el muestrario de lo que no debe hacerse si se pretende un sólido progreso, crecimiento y desarrollo de su población. Como parece exagerado, me remito a algunos ejemplos: Justicia de elite, con privilegios y poca producción de fallos. Sindicalistas multimillonarios reclamando políticas de izquierda para sus afiliados. Políticos en exceso, en su mayoría corruptos, sin formación y dispuestos a cualquier contubernio. Trabajadores con deseos de trabajar que no consiguen ocupación y vagos sin deseos laborales que son mantenidos por el estado. Jubilados que aportaron toda su vida y son maltratados en su vejez, y jubilaciones de privilegio que ofenden el sentido común. Impuestos superiores a los países del primer mundo y contraprestaciones similares a los del tercer mundo. Policías que no pueden actuar y delincuentes que hacen lo que quieren. Sindicalistas que se proclaman democráticos y hace 30 años que no ceden su lugar de privilegio. Gobernadores que modifican la constitución con tal de continuar indefinidamente su reinado. Un pueblo que trabaja como loco, pero no alcanza el nivel mínimo de calidad de vida que le corresponde. Un sindicato cada 13.000 habitantes en promedio, con el 40% de trabajadores informales y otro tanto de desocupación. Bien, creo que con esta pequeña enumeración he logrado demostrar la veracidad de mi afirmación. ¿Pero adonde conduce esta argumentación? A lo siguiente: ¿no les parece que tenemos suficiente descontrol puertas adentro de nuestro territorio, para que nos quieran forzar desde afuera a incrementar el descalabro nacional? Paraguayos enardecidos, acompañados con autoridades que deberían conducir con tino la situación, nos reclaman que se abran las fronteras sin tener en cuenta la pandemia existente, por el sólo y excluyente motivo de que les está yendo mal económicamente con esta medida. Es el colmo. Como también es una barbaridad que exista un agrupamiento que se autodenomine “Trabajadores de frontera”, que ni siquiera tuvo el recato de permanecer en las sombras en tanto dure esta instancia. La denominación adoptada me hace acordar a quienes sostienen que definir a alguien como “negro” es discriminatorio, pero afirmar que es un “no blanco” es inclusivo. Por favor, paremos con tanta hipocresía. Dada la realidad de la labor que los ocupa, parece mucho más apropiado algo así como Comunidad de contrabandistas, sin ánimos de ofender a nadie. Como lo dije al principio, las cosas por su nombre. Pregunto a los exaltados participantes de la concentración convocada en la cabecera guaraní del puente: ¿no creen que deberían pedir a sus respectivas autoridades, que se ocupen de darles las condiciones mínimas de seguridad, salud, educación y bienestar económico, antes de reclamar ayuda a un estado extranjero, que se ocupó toda la vida de darles una mano, pero que ahora, no puede con su propia existencia. No se les ocurre que el IFE y los ATP en Argentina nos están destrozando la economía, ya que como no tenemos reservas y nadie nos presta dinero, solamente nos queda la emisión salvaje, en la que estamos inmersos y que nos lleva a la ruina. Por la pandemia, más de 3,6 millones de trabajadores por cuenta propia, en relación de dependencia, y pequeños productores y comerciantes que tenían empleo, lo perdieron o no pudieron trabajar en el segundo trimestre de este año. No es la cabecera del puente el lugar indicado para la protesta. Es frente a la intendencia y la junta municipal, frente al gobernador y la junta departamental y frente al presidente y el congreso nacional paraguayo. Nosotros, ya tenemos para entretenernos con nuestra propia situación.
Hace ya 3 años y medio que comencé con la campaña para que Misiones reclame el estatus de AAE, en la certeza que es la única posibilidad cierta de cambio en el destino provincial. Todo el resto de iniciativas, por loables que parezcan, no nos sacarán adelante tal como nos merecemos. Parece oportuno recordarles que desde la época que éramos Territorio Nacional, el gobierno central nos mandó misiles de destrucción por el probable conflicto bélico con Brasil. Cuando nos hicimos Provincia, nos castigaron duramente al declararnos “zona de seguridad” con una infinidad de limitaciones para quienes quisieran invertir en nuestra tierra. Nos dejaron solos con el flagelo del contrabando, y recién hace poco tiempo recibimos algo de ayuda para frenar el narco tráfico. Mantenemos solitos las 800.000 ha de áreas naturales protegidas, y conservamos como podemos nuestra producción de oxígeno que beneficia a buena parte de la humanidad. No nos proveen de gas natural, ni de un ferrocarril como la gente; y como si todo esto fuera poco, nos castigan con una injusta coparticipación. El Ministerio de Economía nos informa que enviamos más fondos al Gobierno Nacional que el que ellos nos devuelven. Con este panorama, me pregunto: ¿En qué nos beneficia la relación con el país central? Como ya comenté esta región comprende la CABA, el conurbano bonaerense y la provincia de Bs As. Este territorio condensa el 46% de electores y el 52% del PBI nacional. Puedo agregar como una característica que los distingue muy especialmente la siguiente: no paran de mirarse el ombligo, y cada tanto nos observan con ojos sobradores. Toda esta gente toma el 70% de las decisiones trascendentes de la Argentina, mientras que en el otro 30% participan Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Entre Ríos. ¿los demás?; acertó, ¡no existimos! Si en el colegio, estimado vecino, le enseñaron que este es un país Federal, debo aclararle que esa fue la idea original de nuestros próceres, a quienes no paro de expresar mi admiración. Pero lo que vino después dista muchísimo de aquellos ideales. Sería bueno que de una vez por todas esa gran cantidad de gente asumiera su auténtica condición de patrones de la patria, e hiciera imprimir remeras con la leyenda “soy unitario a muerte, y qué”. Esto terminaría con una de las grandes hipocresías de la Argentina, y con los viajes interesados de la dirigencia política en época de elecciones. Que no es poca cosa. Bueno, este grupete de Unitarios es el principal responsable de que el panorama de nuestro país sea francamente desolador, lo que no es novedad para casi nadie. Pobreza, desocupación, inflación, endeudamiento extremo, caída de todos los indicadores, desconfianza, incertidumbre, son temas cotidianos en la mayoría de todos nosotros. El gobierno nacional no encuentra el rumbo y el presidente dice que prefiere manejarse sin un plan. Esta es la realidad que hay que enfrentar y asumir, y por eso toda la dirigencia misionera debe encolumnarse detrás del pedido del Gobernador para que se nos otorgue la categoría de AAE en toda la provincia, que implicará una verdadera bisagra en nuestra historia. Los cambios menores del tipo pequeñas partidas para reforzar tanta falencia acumulada, son buenos para ir tirando, para ir parchando tanta injusticia con el interior profundo. Pero no nos cambia el destino que nos merecemos después de tanto tiempo de castigo, por parte de este cruel país central, que no para de discriminarnos como ciudadanos de segunda. El Gobernador, el Ministro de Economía y el Diputado Wellbach están empujando con ganas la propuesta. El resto de la dirigencia, perdió el presentismo, por decirlo con elegancia.
La Pcia. de Misiones se encuentra en situación de absoluta vulnerabilidad en cuanto a sus fronteras, ya que presenta graves desventajas ante la realidad económica tanto de Brasil como de Paraguay. En el primer caso, porque ha desarrollado de manera extraordinaria su industria y puede competir con sus productos de bajo costo en cualquier lugar del mundo. En el segundo, porque la carga fiscal es extremadamente baja y su situación socio-cultural-previsional está muy lejos de la nuestra, y esto se traduce en costos de operación infinitamente menores. Brasil se hizo potencia mundial en los últimos cuarenta años cuanto logró consensos entre dirigentes y población, generando actividades primarias con importantes cadenas de valor asociadas a ellas y también industrias con emprendimientos de todo tipo y magnitud, incluyendo manufactura pesada y de altísimos requerimientos tecnológicos. Paraguay tiene un proyecto de país bien diferente al nuestro. Ha desarrollado mucho sus actividades agrícolas- ganaderas que, aunque sean importantes, no nos significan preocupación en términos de competencia. Donde sí tenemos diferencias que nos afectan es en la gestión de los negocios por motivos que ya señalé anteriormente. No es siquiera imaginable que, con realidades tan distintas al presente, logremos limar las diferencias con ellos en el corto y mediano plazo. Siempre vamos a estar atrapados entre los requerimientos de dos países, es decir, que van a hacer lo que quieren, lo que les conviene, en cualquier momento, sin importar el daño a terceros, porque ese no es su problema. Pero sí es nuestro problema, lo fue desde siempre y a nadie del país central le preocupó o importó en los últimos 80 años. Ahora pusimos claramente el problema donde debe estar, y planteamos el AAE para Misiones. Gracias al cierre de las fronteras se pudo dimensionar la magnitud del daño en términos monetarios, que es descomunal; pero como es tan grande, hace que perdamos la verdadera dimensión del daño ocasionado. Veamos con un ejemplo: La obra de la represa de Yacyretá tuvo un primer presupuesto estimado en 3.500 millones de dólares, y terminó saliendo la friolera de 12.000 millones de dólares. Una salvajada para la que el país tomó una cantidad enorme de préstamos internacionales y el Estado nacional, con gran esfuerzo, hizo también su cuantioso aporte. Bueno, con el esfuerzo que se nos fue a los misioneros por las fronteras, hubiéramos podido construir en 12 años, nosotros solos, semejante obra. Y por supuesto, ahora estaríamos viviendo de las rentas provenientes de semejante inversión. Esta es la magnitud del deterioro del trabajo misionero, que también debe servir para observar la importancia de terminar con este despilfarro en términos de crecimiento y desarrollo. Tenemos que pensar con egoísmo. Nadie nos regaló nada y ni siquiera nos facilitaron las cosas. Tenemos que reclamar con vehemencia que nos concedan los beneficios que están absolutamente contemplados en la legislación vigente, a tal punto que la propia AFIP al referirse a las Zonas Francas explica que “estarán ubicadas en regiones geográficas, cuya situación económica sea crítica o que por su vecindad con otros países así lo requieran”. Es la definición misma de Misiones y su entorno. Toda la Provincia debería enrolarse en esta idea, debatirla, perfeccionarla, consensuarla, y en este estado, hacer un planteo firme al gobierno nacional, a todos los gobiernos provinciales, a la CABA y en general, al pueblo de la Nación Argentina. Hay que trabajar en equipo y gritar en conjunto.
Ningún dirigente, de cualquier índole que sea, tendrá la osadía de expresar que lo recomendable para transitar las instancias que atraviesa nuestro país, es la frase que dice “sálvese quien pueda”. Porque es terrorífica, grave, reprochable, inhumana y otros adjetivos que podemos seguir buscando. Es una verdad muy dura de reconocer porque nos ubica en un escalón muy bajo, respecto a la necesaria solidaridad que debe existir en toda comunidad organizada. Pero es así nomás vecino. El país está quebrado, y en consecuencia, nada bueno tiene para dar a su gente. Es difícil aceptar porque es casi imposible imaginar un país quebrado. Para facilitar la visión, veamos qué pasa cuando una empresa quiebra, situación que ocurre cuando, debido a la incapacidad de hacer frente a sus deudas con los recursos disponibles, tiene que cesar su actividad de forma permanente. Esta situación presenta la característica de ser irreversible, es decir que una vez que una empresa se declara en quiebra, sólo está abocada a su desaparición. Esto desde lo técnico, pero muchas más cosas se afectan al declararse una quiebra, tales como la pérdida de puestos de trabajo, la desagradable tarea de vender patrimonio para cancelar deudas, se frustran proyectos de dueños, empleados y proveedores, se genera un estrés extraordinario ante la situación de incertidumbre. Bueno, todo esto le pasa a un país, menos lo de quedarse sin patrimonio para responder por todas las deudas, por ello no tiene la característica de ser terminal, es decir, no se bajarán las persianas para siempre. Pero todo lo demás, en nuestra querida Argentina, nos pasa, y es evidente que en la actualidad somos mayoría los ciudadanos frustrados por un país que no tiene más oportunidades para ofrecer. Por lo descripto, estamos en el punto justo en que hay que tomar determinaciones drásticas del tipo “corran a los botes”, no de las que reconocemos desde hace tiempo y que en esencia significan patear el problema para más adelante, a ver si alguien o algo logra el milagro de sacarnos del pantano. Los misioneros tenemos el milagro al alcance de nuestra mirada, y se llama Área Aduanera Especial. Si logramos esta condición, se abre para todos un nuevo proyecto de provincia, donde las discusiones centrales van a rondar sobre cuanta maquinaria habrá que comprar, cuantos nuevos empleados incorporar, cuantos nuevos servicios habrá que implementar, cuanto habrá que capacitarse para responder las demandas de todo tipo, en fin, sobre como crecer y desarrollarse de la mejor manera. Con la implementación del AAE seremos el centro mismo del Mercosur, se harían acá los encuentros con representantes de los países miembros y sus respectivas delegaciones, podrían instalarse en nuestra provincia todos aquellos importadores y exportadores que necesiten una base de operaciones estable y especializada. Serán millones de pesos transitando por la provincia, miles de puestos de trabajo, industrias, infraestructura de comunicaciones, caminos, vías férreas, puertos activos. Se podría articular desde Misiones el comercio Atlántico-Pacífico. Para lograrlo, ahora es el momento de informarse, analizar, consensuar y definir posiciones sobre la legislación existente en leyes nacionales y en el Código Aduanero Nacional. Nada para inventar, todo para estudiar. Lograr la condición de Área Aduanera Especial requiere mucho trabajo, pero el objetivo de generar un nuevo proyecto de provincia justifica todos los esfuerzos. La revolución misionera del siglo 21 nos convoca. No hay lugar para timoratos. Nadie puede borrarse.
Por motivos que no voy a tratar en esta oportunidad, el país no para de achicarse. Ya son 100 años desde que Argentina era potencia mundial, líder indiscutida de Latinoamérica, destino preferido de la inmigración internacional, territorio privilegiado por la naturaleza y por la calidad de sus habitantes. Es un caso único y nos duele, pero es así nomás vecino; todos los años logramos el objetivo aberrante de estar un poco peor que el año anterior. Esta situación desmoraliza al más pintado, y así es que fuimos conformando una sociedad de frustrados, acostumbrados a pasarla mal y a aceptar como normal, situaciones que en el resto del mundo simplemente no existen, por descabelladas. Muchos de los males que padecemos se deben a la falta de un proyecto de país verdaderamente federal, es decir, que mire al famoso interior profundo con real interés. Muy por el contrario, hace demasiada cantidad de años que todo lo importante transcurre o tiene vinculación directa con el llamado país central y que no es otro que la CABA, el Conurbano bonaerense y la Provincia de Bs As. Hace rato que es así, pero lo preocupante es que cada vez esta situación es más nítida, más clara. Aunque nos disguste, todos los habitantes de ese territorio viven situaciones de privilegio, poseen tierras de primer nivel, industrias de alta tecnología, centros culturales envidiables, y son la sede de los poderes más importantes del país, que están ejercidos por funcionarios que en la inmensa mayoría son de ese distrito, que solo tiene el 11% del territorio nacional, pero tienen el 46% de la población, generan el 52% del PBI nacional y tienen el 45% de electores. Son unos monstruos. Ese distrito maneja el país, todo pasa por sus decisiones. Estamos ante la posibilidad única de que todo ese grupo de dirigentes de muchísimo peso contemplen la posibilidad de otorgarnos la condición de Área Aduanera Especial. Porque es el momento oportuno para plantearlo, y porque hay argumentos importantes para defender la propuesta. Pero nada es suficiente para convencer a semejante y poderosa mayoría. Tenemos que aunar esfuerzos y mostrarnos fuertemente convencidos de la justicia de nuestro reclamo. Esta causa es superadora de todo lo conocido en términos de proyecto de provincia. Nuestro país ostenta el triste título de primer puesto mundial en materia de presión impositiva a la producción, con más del 100% sobre la ganancia neta de las empresas, con un total de 166 tributos de los cuales 42 son impuestos nacionales, 41 impuestos provinciales y 83 tasas municipales. La mayoría de ellos pueden desaparecer si logramos la condición de Área Aduanera Especial, en tanto por medio de reintegros o descuentos, es posible también estar eximidos de las cargas patronales. Nos convertiríamos en la fábrica a cielo abierto de la Argentina. Cuando afirmo que estamos transitando momentos cruciales para nuestra provincia, no exagero. Nuestra apuesta debe ser muy fuerte. Tal como ya lo dije, debe comprometer en la negociación la construcción de la represa de Corpus, e incluso mencionar nuestra disposición a ceder algo de la coparticipación pasado un tiempo prudencial desde la aceptación de la propuesta. Es tanto lo que Misiones puede transformarse en caso de lograr la condición de Área Aduanera Especial, que nuestro destino puede incluso ser diferente e independiente al de la propia Argentina, que por desgracia sigue remando en dulce de leche, y no se observa por ahora un cambio de rumbo esperanzador. Amigos, nunca estuvimos tan cerca de cambiar el curso de nuestra historia. Por primera vez, al llover sopa, nos encontraría con cucharas en la mano.
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