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Podcast door José Luis Gordillo Torres Sj
Testimonios de otros ojos que me permiten mirar. Testimonios, discernimiento y esperanza para mirar el presente. Blog: Un Río de Papel ✍️ www.testigosdepapel.blogspot.com
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Desde hace unos días el término “Ordo Amoris” (orden del amor) un principio de la teología moral, ha aparecido en el contexto político de los Estados Unidos y en el del mundo entero atento a las primeras semanas del gobierno de Trump. En una reciente entrevista con Fox News , el vicepresidente JD Vance invocó la noción teológica tradicional del "orden del amor" para justificar la agresiva cancelación o suspensión de casi todos los programas de ayuda exterior de Estados Unidos por parte de la administración Trump. Él ha argumentado que la política migratoria debe ser restrictiva porque el amor cristiano sigue un orden jerárquico: primero la familia, luego la comunidad, la nación y, finalmente, los demás. Según esta idea, la responsabilidad cristiana de acoger al migrante sería secundaria frente a la obligación de cuidar primero a los ciudadanos nacionales. Pero ¿de dónde viene este principio de discernimiento moral ? El término “Ordo amoris” proviene del latín y significa “orden del amor”. Es una expresión teológica y filosófica que describe cómo debe organizarse el amor en la vida humana de acuerdo con su verdadera naturaleza y su relación con Dios. Etimología y origen “Ordo” significa orden, disposición estructura. En este contexto, se refiere a la manera en que el amor debe organizarse en la vida de una persona. “Amoris” es el genitivo de “amor”, es decir, significa “del amor”. Esta expresión fue utilizada por San Agustín (siglo IV-V) y luego desarrollada por Santo Tomás de Aquino (siglo XIII). Para ellos, el amor no es algo caótico o impulsivo, sino que tiene una jerarquía y un propósito, y debe estar alineado con Dios, quien es el origen del amor. Este principio aplicado a la política migratoria de los Estados Unidos ha generado un debate importante. En respuesta, el Papa Francisco ha recordado que el verdadero “Ordo Amoris” solo puede entenderse a la luz de la Parábola del Buen Samaritano (Lc 10,25-37), que nos llama a una fraternidad sin exclusiones ni cálculos de cercanía. ¿Qué significa el “Ordo Amoris” en la tradición cristiana? San Agustín y Santo Tomás enseñan que el amor tiene un orden: primero Dios, luego el prójimo. Dentro del amor al prójimo, es natural que sintamos una prioridad hacia quienes están más cerca de nosotros, como nuestra familia o comunidad. Sin embargo, este orden no significa que podamos ignorar a los demás. Ejemplo: Un padre tiene la obligación de alimentar primero a sus hijos antes que a otros niños, pero si ve a un niño hambriento en la calle, no puede ignorarlo solo porque no es parte de su familia. El amor cristiano no puede reducirse a un esquema rígido. Amar más a quienes están cerca no debe convertirse en una excusa para desentenderse de los demás, especialmente de los más vulnerables. Ejemplo: Un médico en un hospital atiende primero a los pacientes más graves sin preguntarles su nacionalidad o si pertenecen a su comunidad. Su deber es ayudar a quien más lo necesita. Al respecto nos recuerda el Teólogo estadounidense Stephen J. Pope “ Tomás de Aquino equilibra el amor entre los miembros de la familia con las responsabilidades que pertenecen a otros tipos de relaciones. El orden del amor proporciona un marco amplio para pensar en la forma general de nuestras responsabilidades, pero no ignora el hecho de que a veces las contingencias de la vida pueden exigirnos que anulemos nuestras prioridades habituales. Al respecto, en una significativa y motivadora carta, el Papa Francisco advierte que el cristianismo no puede reducir la caridad a fronteras nacionales o identitarias. Para él, el amor cristiano debe responder ante todo al sufrimiento humano con misericordia incondicional. En su magisterio, ha reiterado que la fraternidad cristiana no depende del parentesco ni de la pertenencia a un grupo específico, sino del amor que Dios nos tiene a todos, inspirado por la parábola del Buen Samaritano. En dicha parábola , el protagonista ayuda a un judío herido a pesar de que, culturalmente, samaritanos y judíos eran enemigos. No tenía una obligación legal ni una conexión personal con él, pero su compasión lo llevó a actuar. Ejemplo: Es como si hoy un extranjero indocumentado ayudara a un ciudadano en un accidente, sin preguntarse si es su deber o si recibirá algo a cambio. En conclusión, la enseñanza cristiana reconoce que el amor tiene un orden, pero también que este orden nunca debe ser una excusa para excluir o rechazar a los demás. Amar a los cercanos no nos exime de amar al prójimo, especialmente al que sufre. Por otro lado la visión del Papa Francisco parte de la convicción de que el cristianismo no puede reducir la caridad a un esquema de prioridades nacionales o identitarias, sino que debe responder a la urgencia del sufrimiento humano con misericordia incondicional. En su magisterio, Francisco ha reiterado que la fraternidad cristiana no se fundamenta en el parentesco ni en la pertenencia a una comunidad específica, sino en el amor que Dios nos tiene a todos. En la parábola, el samaritano no tenía una obligación natural de ayudar al judío herido, pero su compasión lo llevó a actuar. En este mismo sentido, la reflexión de Karl Rahner profundiza en la relación entre el amor a Dios y el amor al prójimo, señalando que no se pueden separar. El amor al prójimo no es un mandato secundario o una consecuencia de la fe, sino que es la expresión concreta del amor a Dios. Rahner critica la tendencia a considerar la fraternidad como una simple regulación social o una obligación moral calculada, y en cambio, insiste en que el amor cristiano no es tal si se mide en términos de utilidad o de reciprocidad. Para él, el verdadero amor cristiano es aquel que trasciende los límites del egoísmo y se entrega incluso cuando no hay recompensa, cuando implica sacrificio y cuando nos coloca en el lugar del otro. En contraste con la postura de Vance, que propone un amor ordenado en círculos concéntricos de prioridad, Rahner nos recuerda que el amor cristiano es un acto existencial total, en el que no hay cálculos ni jerarquías. La verdadera fraternidad cristiana no se limita a los que nos resultan más cercanos o afines, sino que exige una apertura radical a la alteridad, al otro en su necesidad concreta. Desde esta perspectiva, la visión de Francisco y Rahner coinciden en afirmar que la misericordia no es una opción secundaria en la vida cristiana, sino el núcleo mismo de la fe. Frente al uso del "Ordo Amoris" para justificar políticas de exclusión, la Iglesia reafirma que el criterio fundamental del cristianismo no es el de la prioridad nacional, sino el de la misericordia universal. A veces se piensa que el amor cristiano es algo que comienza en casa, con los más cercanos, y luego se extiende hacia afuera, como círculos que van creciendo. Pero el mensaje de la carta papal es claro: el verdadero amor cristiano se demuestra cuando defendemos los derechos de los más pobres y marginados, sin importar quiénes sean o si los consideramos parte de "nuestro grupo". Por ejemplo, imagina a un migrante que llega a un nuevo país, sin recursos, sin redes de apoyo y, a veces, sin ser bien recibido. El amor cristiano nos llama a ver en esa persona una dignidad infinita, un valor que no depende de su origen, su estatus legal o si habla nuestro idioma. Es una invitación a ir más allá de las fronteras, ya sean físicas, culturales o mentales, y a reconocer que todos somos parte de una misma humanidad. Si bien es cierto que las comunidades tienen responsabilidades internas, el evangelio nos desafía constantemente a ampliar el horizonte de nuestro amor y a hacer de la acogida al extranjero una manifestación concreta del rostro de Cristo. Este mensaje no es solo para cristianos practicantes, sino para cualquiera que quiera construir un mundo más justo y solidario. Nos invita a pensar no como individuos aislados, sino como personas conectadas, capaces de tejer redes de apoyo que superen las barreras que los gobiernos o las sociedades a veces imponen. En tiempos de crisis migratoria y de fracturas sociales, la pregunta que Jesús hizo al final de la parábola del Buen Samaritano sigue resonando: "¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los ladrones?". Y la respuesta sigue siendo la misma: "El que tuvo misericordia de él".

La segunda parte de la película “el Jocker” , dirigida por Todd Phillips y protagonizada por Joaquin Phoenix y Lady Gaga no fue un éxito como la primera parte, sin embargo la banda sonora parece que tiene una mejor calificación. De hecho, quiero tomar una de las canciones que canta magistralmente Lady Gaga: Gonna Build a Mountain, un canto al optimismo y a la confianza que brota de la resiliencia ( voy a construir un paraíso desde un pequeño infierno y sé muy bien que si construyo mi montaña, el cielo estará esperando allí) Quiero partir de esta curiosa canción para hablar sobre uno de los acontecimientos mas interesantes De la Iglesia católica, El Jubileo 2025, inaugurado por el Papa Francisco con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro, llega en un momento crucial para el Perú y el mundo. Con el lema “La esperanza se no defrauda”, este Jubileo no solo nos invita a renovar nuestra fe, sino también a reflexionar y actuar frente a los grandes retos de nuestra sociedad. La indulgencia plenaria es un regalo especial que la Iglesia Católica ofrece a quienes desean acercarse más a Dios y dejar atrás las consecuencias espirituales del pecado. Es decir que se nos devuelve al sentido común que supone la conversión como deseo constante y no sólo como resultado del mérito por un “buen comportamiento”. Esta tradición tiene raíces antiguas, desde los primeros siglos del cristianismo, cuando las comunidades realizaban actos de penitencia para buscar reconciliación. Durante un Año Jubilar, como el Jubileo 2025, la indulgencia plenaria está más al alcance. Es una invitación a dejar atrás lo que nos aleja de Dios y a vivir una vida más renovada y comprometida con el amor y el servicio hacia los demás. Pero esto ¿qué tiene que ver con un país como el nuestro , marcado por la inseguridad, la polarización política, la desigualdad y los efectos del cambio climático? Creo que mucho. De hecho el Jubileo nos llama a trabajar por la paz, la justicia y la reconciliación y creo que la encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco nos da pautas concretas para construir una “amistad social” que rompa las barreras de este tiempo polarizado y promueva la unidad. La polarización no solo afecta a la política o la sociedad en general, sino que también se manifiesta dentro de la Iglesia misma. En este contexto el diálogo y la fraternidad son esenciales para construir una paz duradera y probablemente podríamos empezar por generar espacios de encuentro en donde el diálogo espiritual ( me refiero a la metodología de discernimiento común ) el sentido común y el respeto a la dignidad humana tengan prioridad En donde el riesgo de perdonar sea un proceso que incorpora la resistencia y el resultado sea humanizarnos cada vez más para promover sociedades justas. La iglesia debería tener la capacidad de ser Puente y no hoguera de condenación. El Papa Francisco nos llama a ser “puentes” que unan comunidades, grupos políticos y sectores sociales. Por otro lado el Papa destaca que no hay amistad social sin justicia para los más necesitados. En un país fracturado por el enfrentamiento ideológico, la amistad social propuesta en Fratelli Tutti es una herramienta poderosa. Esto no significa que todos pensemos igual, sino que aprendamos a respetarnos y a trabajar juntos por el bien común. Estos espacios no solo sanan heridas, sino que también fortalecen el tejido social y ayudan a superar la desconfianza que tanto afecta al país. Conclusión: El Jubileo como oportunidad Una de las más importantes herencias del pontificado del Papa Francisco es la invitación a vivir la sinodalidad como aquel hermoso proceso de ser aquel cuerpo en el que únicamente Cristo es la cabeza de la Iglesia y sus representantes son partes que tienen labores administrativas. De hecho, tal como lo dijo Monseñor Carlos Castillo, al inicio del año jubilar 2025, citando el poema de Madeleine Delbrêl: “Haznos vivir nuestra vida, no como un juego de ajedrez en el que todo se calcula, no como un partido en el que todo es difícil, no como un teorema que nos rompe la cabeza, sino como una fiesta sin fin donde se renueva el encuentro contigo, como un baile, como una danza entre los brazos de tu gracia, con la música universal del amor”. Y la Sinodalidad es eso, un baile armónico que permite que todos entremos y nos dejemos llevar por esa armonía para llenar de esperanza a la humanidad, de cariño, de alegría, de inspiración. A continuación, quisiera proponer 4 ideas clave sobre el Jubileo y la tradición de la Puerta Santa en relación con estos retos:

Probablemente para los que son menores de 40 años estos versos no suene a nada conocido, pero quizá los que pertenecen a mi generación, “new year’s day” de la banda irlandesa U2 sea un hit necesario y esperanzado de la nueva vida que empieza cuando el calendario cambie de papel y pase al 2025. A los menores de 40 les quiero pedir que perdonen la osadía generacional. El álbum “under a blood red Sky” de U2 de 1983 , grabado en vivo, que yo descubrí seis años después, marcó mi entusiasmo adolescente a ritmo de la lírica de Bono y the edge ( claro, todo esto matizado por el hisparock de todos los que fuimos adolescentes en los ochentas) Algunas décadas después me pregunto cuál era la novedad de jovenes de un país sumido en una terrible crisis económica y sus efectos para la vida ordinaria del Perú de los ochentas. Supongo que la respuesta llegaría tres años después cuando en la voz de Gustavo Cerati todos anhelábamos un trato especial mientras contábamos “trátame suavemente” Algunos años después, la incertidumbre creció y empezamos q intuir que cuando Cerati decía que “ la soledad se esconde tras tus ojos “ nos invitaba no sólo a imaginar una extraña canción de amor, sino a imaginar que todos podíamos ser sujetos de afecto, de amor y de confianza. “ no quiero soñar mil veces las mismas cosas, ni contemplarlas sabiamente, quiero que me trates suavemente” Confianza, sí, dije confianza. Esa palabra que, según veo, es nuestro gran tema pendiente o nuestra materia desaprobaba.

La contemplación del nacimiento de Jesús, como propone San Ignacio en los Ejercicios Espirituales, nos invita a participar activamente en la escena. Imaginamos a María, José y el Niño enfrentando el frío y la soledad del pesebre. Este ejercicio no es solo un acto de devoción, sino una interpelación: ¿Cómo respondemos al sufrimiento de las familias migrantes que hoy buscan un refugio? El Papa Francisco, en su encíclica Fratelli Tutti, nos recuerda que todos somos responsables del bienestar de los migrantes. La Navidad nos desafía a encarnar el amor en obras concretas: abrir nuestras puertas, construir redes de apoyo y abogar por políticas que promuevan la dignidad humana. En América Latina, la fe de los migrantes es un testimonio vivo de la fuerza transformadora del Evangelio. Sus peregrinaciones recuerdan que todos somos peregrinos en este mundo, llamados a construir el Reino de Dios, un hogar donde nadie sea excluido, ni siquiera nuestros legisladores que nos regalan leyes para culpar a otros de lo que ellos o ellas no saben resolver. A pesar de las dificultades, la migración también es fuente de esperanza. Los testimonios de quienes superan obstáculos y reconstruyen sus vidas son signos de la presencia de Dios en medio del dolor. Como lo expresa el relato de los magos en el Evangelio de Mateo, el camino puede ser incierto, pero la estrella que guía hacia el pesebre nunca deja de brillar.

¡Hola ! Bienvenidos a U R D P un podcast personal en que reflexiono sobre distintos temas de coyuntura cultural, eclesial y espiritual desde mi perspectiva, ignaciana, por supuesto. Esta es la tercera parte de mi reflexión sobre la vitalidad de la Iglesia en Oriente y la posibilidad de tener un Papa de estas tierras. En esta ocasión, les traigo algo especial: una carta ficticia escrita por el misionero jesuita Matteo Ricci (Lì mǎ dòu) al Papa Francisco. Ricci,un misionero católico jesuita, matemático y cartógrafo italiano es venerado en la Iglesia católica, habiendo sido declarado Siervo de Dios por el Papa Benedicto XVI. El 17 de diciembre de 2022 se le concedió el título de venerable con la aprobación del Papa Francisco. Esta carta intenta ser una propuesta de reflexión sobre la realidad de la Iglesia y los retos del pontificado del Papa Francisco. De hecho fue creada con la ayuda de algunos programas de inteligencia artificial y creatividad propia, lo que nos invita a reflexionar sobre el papel de la tecnología en la reflexión teológica y la gestión de la Iglesia.
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