Ciencia siniestra

Desde actos de crueldad inimaginable hasta muestras de compasión heroica, la historia humana parece abarcar ambos extremos. La psicología, la biología y la filosofía intentan desentrañar qué nos lleva a cometer actos atroces o a realizar gestos de bondad. ¿Es el mal inherente a nosotros, o son las circunstancias y el entorno los que lo despiertan? La banalidad del mal nos invita a reflexionar sobre las raíces de nuestras acciones, explorando si somos víctimas de nuestras circunstancias o si la capacidad de elegir entre el bien y el mal está en nuestras manos.

A lo largo de la historia, han existido científicos que, ya sea por ambición, interés económico o ansias de reconocimiento, han caído en la trampa de falsificar sus investigaciones. Desde experimentos manipulados hasta resultados inventados, estos fraudes no solo han puesto en riesgo la credibilidad de la ciencia, sino también la salud de millones de personas. Medicamentos ineficaces o peligrosos, diagnósticos erróneos y tratamientos sin base real son solo algunas de las consecuencias de estos engaños, que pueden costar millones de dólares y, en los casos más graves, la vida de los pacientes. Los fraudes científicos son un recordatorio de que incluso la ciencia necesita ser vigilada. ¿Puede la ciencia, que se supone busca la verdad, ser un fraude?

Por siglos, los exorcismos han sido un rituales misteriosos, un último recurso para liberar a las personas de fuerzas desconocidas que la medicina no logra explicar. Pero detrás de estos casos, la ciencia también ha tenido un papel: la psiquiatría, la neurología y hasta la química han tratado de entender qué sucede realmente en una persona que parece estar "poseída". La ciencia de los exorcismos nos sumerge en un mundo donde lo paranormal y lo racional se enfrentan, buscando respuestas entre la creencia y el conocimiento. ¿Qué ocurre cuando la ciencia y lo sobrenatural se encuentran en el mismo cuarto?

Desde su descubrimiento, la radiación ha cautivado e intrigado a la humanidad. Este fenómeno, que parecía prometer avances y posibilidades infinitas, también trajo consigo un lado oscuro que desconocíamos: su poder para matar. Durante décadas, en la búsqueda de entenderla, se experimentó con personas de todas las edades y condiciones, incluyendo niños, embarazadas y enfermos. Hoy sabemos las consecuencias, pero aquel conocimiento tuvo un alto costo en vidas humanas.

¿Qué sucede cuando los médicos que deberían ayudarte te usan como conejillo de indias? El experimento de Tuskegee revela los horrores de un gobierno que traicionó a sus ciudadanos más vulnerables. En los años 30, médicos del Servicio de Salud Pública de Estados Unidos seleccionaron a hombres afroamericanos pobres con sífilis para "estudiar" la enfermedad. Con engaños, les hicieron creer que estaban recibiendo tratamiento, cuando en realidad les negaron deliberadamente cualquier medicación eficaz. A lo largo de décadas, estos médicos observaron cómo sus pacientes empeoraban, morían y contagiaban a sus familias. Para ellos, la autopsia de estas personas valía más que sus vidas.