JRV Otra opinión detrás de las noticias
Podcast de José Ricardo Valenti
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39 episodiosEl resultado de las Paso aceleró el desguace del Frente de Todos. Lo tan advertido en otras oportunidades y desde hace mucho tiempo en este espacio comienza a materializarse. Es el comienzo del fin del gobierno de Alberto Fernández. Los cambios en el gabinete nacional no son más que la muestra cabal de la explícita capitulación de Alberto a manos de Cristina. Esta actualidad se podría ilustrar con dos analogías: electoralmente, estamos jugando con fichas prestadas, y políticamente se produjo el regreso talibán.
A las puertas de un nuevo anuncio del gobierno extensión (¿y endurecimiento?) de las restricciones a las actividades y libertades en el marco de la pandemia, es el mismo gobierno el que sumerge al país entero en un mar embravecido de psicosis y autoritarismo. Por estas horas el gobierno peronista puja por dos leyes que poco o nada tienen que ver con las soluciones que demanda y precisa la sociedad en materia sanitaria, económica y social y sí con toda la intencionalidad de instalar el autoritarismo y la impunidad. Estoy hablando, claro, de la ley de emergencia o más conocida como “superpoderes” y el avance contra el ministerio público fiscal y su reforma a gusto y medida de Cristina Fernández de Kirchner. Al mismo tiempo el gobierno suspendió la exportación de carne lo que generó automáticamente la reacción del campo anunciando un paro de actividades por diez días. “Esto se desmadró” dijo Alberto Fernández al respecto luego de su regreso de su mendigante gira europea tras la cual afirmara que volvía decidido a enfrentar el tema de la inflación de precios. Y… sí, se desmadró. Lo que se le desmadró a Alberto Fernández es el país que ya, claramente, no gobierna.
Es de ribetes psicopáticos el doble discurso en torno al tema de la deuda y el manejo de la economía doméstica por parte de las filas del gobierno. Y digo filas no como sinónimo de encolumnamiento, sino todo lo contrario. Porque son filas diferentes y divergentes dentro de un mismo gobierno. Por un lado, Alberto Fernández que cree tener el poder, y por eso ya no habla, grita, en cada aparición pública y Cristina Kirchner que casi no grita, ostenta el poder, y gobierna. Es elocuente quien es el principal enemigo del gobierno, que no es otra que quien está manifestándose como golpista al grito de "golpe!" como el caco que huye al grito de "al ladrón, al ladrón!"
La Argentina se ha vuelto un país sin certezas y así en un país impredecible e imprevisible. Esto, producto también del correr de los años en los que todo se ha vuelto coyuntural, y que al mismo tiempo lleva a la creencia que las excepciones a la ley, en general, se vuelven más trascendentes de lo que la misma ley dice o rige. Esa colección de coyunturas se explica también en la falta de la resolución de temas de fondo, básicos y fundamentales, que forzosamente generan nuevas coyunturas, y así vemos como la proliferación de los llamados decretos superan en número a lo que en realidad debieran ser leyes sancionadas por el congreso.
La pobreza y el desempleo son enfermedades, como el Covid-19. Dicen que para combatir la pandemia es necesario básicamente evitar la propagación del virus y los contagios y la atención y curación de los ya afectados. Con la pobreza y el desempleo ocurre lo mismo. Hay que atender a los afectados, por supuesto, pero resulta inequívocamente imperioso evitar su propagación. Es decir, el variado y amplio discurso político (de todos los signos) de combatir la pobreza se agota allí mismo, en lugar de redoblar esfuerzo político para evitar la propagación. Quizá una forma más eficiente de terminar con la pobreza actual y presente sea evitar la pobreza futura, aunque esto claro, significa atentar contra los intereses de quienes lucran con ella, por eso, esos mismos intereses prefieren sobrevalorar la pobreza como elemento y no combatirla eficazmente como condición.
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