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Læs mere Still Lost
Un podcast que transmite las sensaciones capítulo a capítulo de alguien que está viendo Lost por segunda vez. Presentado por Joan Boluda.
Follow The Leader
Jack y Kate están escondidos entre los arbustos discutiendo (como siempre) mientras miran el cadáver de Daniel, recién abatido. No tienen tiempo para procesarlo porque aparecen unos Hostiles a caballo que les apuntan con rifles. Bienvenidos al club de los secuestrados, versión Dharma. En el campamento, Eloise Hawking revisa el diario de su hijo muerto y descubre, horrorizada, que está escrito con su propia letra. Mientras tanto, Sawyer y Juliet están en la oficina de seguridad de Dharma. Radzinsky, que ya se ha coronado como el jefe más insoportable del año, los interroga a golpes. Sawyer aguanta los puñetazos con su típico sarcasmo, hasta que Phil, con cara de psicópata reprimido, golpea a Juliet. Entonces Sawyer deja el modo irónico y pasa al modo rabia asesina. Por otro lado, Hurley, Miles y Jin intentan huir hacia la playa, pero se topan con Pierre Chang, que les pregunta si realmente vienen del futuro. Mientras tanto, Chang vuelve a los Barracones y detiene los trabajos del Cisne, pero Radzinsky, en su línea, se cree el emperador del mundo y se niega. Sawyer, viendo la oportunidad de salvar el pellejo, propone un trato: si deja que él y Juliet se marchen en el submarino, les contará lo que quieran saber. Radzinsky acepta, Sawyer dibuja un mapa falso de los Hostiles y los manda directos al desastre. En el río, Eloise, Jack y Kate se preparan para bucear hasta el túnel donde está la bomba. Kate, harta del plan suicida, se marcha, pero uno de los Hostiles intenta detenerla. De repente, un disparo: el hombre cae muerto. Sayid aparece, dramático como siempre. Se une al grupo, aunque cree que ya han cambiado el futuro porque mató a Ben. Kate le aclara que Ben está vivito y coleando. Ella se va para avisar a los demás de que estos locos quieren detonar una bomba. En los Barracones, el altavoz anuncia la evacuación. Miles, Hurley y Jin observan escondidos cómo la gente sube al submarino, incluyendo a Charlotte y a su madre. También ven a Lara Chang y al pequeño Miles, mientras Pierre grita enfadado (pero en realidad los está salvando). Finalmente llegan Sawyer y Juliet, esposados, listos para salir de la Isla. Sawyer intenta aliviar la tensión diciendo que comprará acciones de Microsoft. Juliet finge una sonrisa y se agarra de su mano. Todo es casi romántico… hasta que Phil mete a Kate en el submarino esposada con ellos. Juliet pone cara de “por favor, no otra vez”. El submarino parte mientras los tres comparten un silencio incómodo. En los túneles, Eloise, Jack, Richard y Sayid llegan hasta Jughead, la bomba de hidrógeno. Eloise la destapa y pregunta: “¿Y ahora qué?” Silencio total. Nadie tiene idea. Muy tranquilizador. Sun le enseña a Richard una foto de los reclutas Dharma de 1977 y le pregunta si reconoce a alguien. Richard, sin rodeos: “Sí. Los vi morir a todos.” Sun se queda helada. El trío dinámico se adentra en la selva. Locke anuncia que van a visitar la avioneta nigeriana (la del contrabandista y las estatuas de heroína) y luego a Jacob. Richard, resignado, lo sigue. En el lugar del accidente, Locke le ordena que cure la herida de un hombre que está a punto de llegar… y resulta ser Locke del pasado, el que viajaba en el tiempo. Paradoja servida. De vuelta en el campamento, Locke convoca a todos los Otros y anuncia que irá a ver a Jacob, invitándolos a acompañarlo. La multitud está emocionada, salvo Richard y Ben, que se miran como diciendo “esto no va a acabar bien”. A la mañana siguiente, el grupo parte hacia la cabaña de Jacob. En el camino, Ben le dice a Locke que Richard no se siente cómodo con la visita, pero él insiste en que deben hacerlo. Luego, como quien no quiere la cosa, Locke le suelta su verdadera intención: “No quiero ver a mis amigos. Voy a matar a Jacob.” Ben se queda helado. Locke sigue caminando como si acabara de decir “voy al súper”. Y así termina: con un Locke resucitado que se proclama líder, Richard cada vez más nervioso, y la promesa de una cita mortal con Jacob en el horizonte.
The Variable
El joven Daniel Faraday toca el piano como si fuera Mozart reencarnado, hasta que aparece su madre, Eloise Hawking, que lo mira con una mezcla de ternura y rigidez británica. Le dice que la música es “bonita”, pero básicamente una pérdida de tiempo, porque su deber es ser un genio de la ciencia, no un compositor. En 2004, Daniel está viendo las noticias sobre el hallazgo de los restos del vuelo 815, y se pone a llorar sin saber por qué. Llega Widmore, con esa calma de villano con traje caro, y le suelta dos bombas: una, que él mismo falsificó los restos del vuelo, y otra, que quiere que Daniel se una al carguero Kahana para ir a la Isla porque “la Isla lo curará”. Viendo que Daniel tiene la cabeza hecha papilla y que probablemente no recordará nada, Widmore se lo dice sin miedo. La manipulación familiar de manual. Daniel llega en el submarino Galaga con cara de haber dormido poco y pensado demasiado. Encuentra a Miles, le enseña la foto de reclutas de Dharma y le dice que ha vuelto porque algo no encaja. Va directo a casa de Jack y le suelta: “Mi madre os mandó aquí y estaba equivocada. No debéis estar aquí.” Jack se queda con cara de anuncio de ibuprofeno. Daniel convence a Miles de llevarlo a la estación Orquídea, donde se topan con Pierre Chang. Daniel intenta advertirle de que el experimento con la energía electromagnética va a acabar en desastre. Chang lo mira como si le estuviera vendiendo criptomonedas. Daniel le suelta que viene del futuro, lo cual no ayuda a su credibilidad. Miles intenta mediar, pero Daniel lo traiciona revelando que él es el hijo de Chang. Miles lo niega con fuerza y Chang, ya harto de los chiflados, se va. De camino a por armas, Radzinsky los pilla y se arma un tiroteo. Daniel recibe un balazo leve, Jack revienta un tanque de combustible (porque sutil nunca fue), y escapan entre humo y gritos. Cuando llegan a la valla, Jack le cura la herida y Daniel le recuerda que están en su “presente”, así que sí, los tiros cuentan. Jack y Kate le piden explicaciones a Daniel, que les suelta su gran teoría: el futuro no está escrito, porque ellos son las variables. No todo son constantes, los humanos pueden cambiar el destino. Su plan: detonar la bomba de hidrógeno para evitar el incidente y que el vuelo 815 nunca se estrelle. Plan arriesgado, pero con buen discurso motivacional. Llegan al campamento de los Hostiles. Daniel entra disparando al aire y exige hablar con Ellie. Aparece Richard Alpert, siempre perfecto, diciendo que Eloise no está. Daniel apunta con su arma, nervioso, y de repente, alguien le dispara por la espalda: su propia madre, joven y sin saber quién es. Moribundo, Daniel la mira y le dice: “Tú sabías que esto iba a pasar, y aun así me enviaste aquí.” Y ahí lo entiende todo. Eloise lo mira horrorizada al darse cuenta de que acaba de matar a su hijo. Uno de los momentos más crueles y retorcidos de toda la serie. Desmond está en el hospital tras recibir el disparo de Ben. Penny espera fuera con su hijo Charlie, cuando aparece Eloise Hawking, vestida como si fuera a un funeral (lo cual encaja). Le dice que conoce a Desmond y que la culpa es de su hijo. Penny pregunta si se refiere a Ben y Eloise responde con un “¡por Dios, no!” digno de telenovela. “Mi hijo es Daniel Faraday.” Le pide perdón y admite que por primera vez en mucho tiempo no sabe lo que va a pasar. Finalmente, Desmond sobrevive, y Penny corre a verlo. Él, aún medio dopado, le recuerda la promesa: “Nunca te abandonaré.” Todos suspiran aliviados. Fuera, Widmore se encuentra con Eloise y le pregunta por Desmond. Ella le dice que está bien, y añade que su hija (Penny) está dentro, insinuando que debería entrar a verla. Widmore responde que sacrificó a su hija por la Isla. Eloise, con lágrimas y rabia contenida, le recuerda que ella sacrificó algo mucho peor: a su propio hijo. Widmore, todavía más incómodo, dice: “Era mi hijo también.” Ella lo abofetea y se va, dejando a Widmore con la cara roja y el alma más gris que nunca.
Some Like It Hoth
De pequeño, Miles ya apuntaba maneras: su madre, Lara, busca piso mientras el casero pone cara de “niños no, gracias”. Ella insiste en que Miles es un chico tranquilo. Spoiler: no lo es. Cuando la madre lo deja a solas con una máquina de refrescos, Miles empieza a oír voces y termina en el apartamento del muerto de al lado. Encuentra el cadáver y le dice a su madre, muy pancho, que el señor le está hablando. Lara entra, ve el panorama y se da cuenta de que su hijo es más El Sexto Sentido que estudiante modelo. Años más tarde, Lara está enferma y Miles, ahora con más piercings que empatía, le pide respuestas sobre su padre. Ella le dice que las únicas respuestas están bajo tierra, literalmente: su padre murió hace mucho y está enterrado en un lugar al que él nunca podrá ir. Misterio paternal activado. Luego conoce a Naomi Dorrit, que le ofrece un trabajito un poco más turbio: comunicarse con un cadáver para averiguar quién le pagó por falsificar los restos del vuelo 815. Miles ve el dinero y acepta más rápido de lo que diría “Widmore”. Después del desastre con Ben niño, Sawyer y Kate vuelven y Sawyer le pide a Miles que borre las cintas de seguridad. Pero justo aparece Horace, que le da un paquete “confidencial” para Radzinsky. Le dice que está entrando en el “círculo de confianza”. Miles asiente con cara de “sí, claro, ahora soy un agente secreto de una comuna hippie”. Sale sin borrar la cinta. Error número uno. Miles entrega el paquete y Radzinsky le recibe a punta de pistola (trato habitual en Dharma). El misterioso paquete resulta ser una funda para cadáveres. Al abrirla, el muerto tiene un agujero en la cabeza. Miles usa su don y descubre que el tipo murió cuando un empaste le salió disparado por culpa de un campo electromagnético. Así de literal. La Isla, siempre matando con estilo. Mientras tanto, Roger Linus está cada vez más paranoico porque su hijo ha desaparecido. Juliet miente, Kate intenta consolarlo y Roger la acusa de saber algo. Luego va a quejarse a Jack, que intenta calmarlo sin éxito. En paralelo, Phil pilla la cinta que Miles no borró y confronta a Sawyer. Sawyer responde como siempre: con un puñetazo. Lo ata y se prepara para el caos que se avecina. Horace ordena que el cuerpo sea llevado a la Orquídea, y Miles tiene que hacerlo. Pero esta vez lo acompaña Hurley, que mete bocadillos en la furgoneta. Al poco rato, Hurley se queja de un olor horrible y descubre el cadáver. Miles, harto, le explica que puede comunicarse con los muertos, y Hurley responde que él también… solo que él juega al ajedrez con ellos. Miles le aclara que no, que lo suyo es más “versión radio psíquica” que Ouija deluxe. En la Orquídea aparece Pierre Chang, muy poco simpático. Se enfada al ver a Hurley y amenaza con mandarlo a limpiar caca de oso polar si abre la boca. Hurley promete callar. Cuando están solos, Miles confiesa que ese tipo gruñón es su padre. Hurley reacciona con entusiasmo infantil. Chang les pide que lo lleven a la zona de construcción de la estación Cisne, y en el camino Hurley no deja de hacer comentarios tipo “deberías hablar con tu padre”, a lo que Miles responde con silencios incómodos. Llegan justo cuando están grabando los famosos números de la escotilla. Hurley alucina al ver el origen de su mala suerte impreso en metal. Esa noche, Miles ve a su padre, Chang, cuidando de su yo bebé con ternura. Lo observa desde fuera, dándose cuenta de que quizá el hombre no era el monstruo que su madre le pintó. En ese momento Chang sale y, sin saber quién es realmente, le pide ayuda para ir al muelle. Miles acepta, todavía procesando el shock. En el muelle, llega el submarino con un nuevo grupo de científicos. Y quien baja, tan tranquilo, es Daniel Faraday, como si nunca se hubiera ido.
Dead Is Dead
Charles Widmore aparece a caballo en plan señor feudal de la Isla y entra en la tienda donde el joven Ben se está recuperando del balazo que le metió Sayid. Ben y un joven Ethan están espiando a Danielle Rousseau. Ethan quiere jugar a comando, pero Ben le manda callar y entra solo. Ve a Rousseau dormida, apunta con su pistola, pero el bebé empieza a llorar y se le derrite el corazoncito. En lugar de matarla, secuestra al bebé, tira una caja de música (detalle tierno, pero caótico) y le dice a Rousseau que corra si oye susurros. Clásico consejo lostiano. Ben, feliz con la pequeña Alex en el columpio, recibe la visita de Richard Alpert, que le informa de que hay embarque de submarino. Ben decide ir al muelle para ver a un Widmore esposado y humillado. Widmore ha sido desterrado por salir de la isla para tener familia y hacer turismo con “una extraña” (Penny incluida). Le lanza a Ben la profecía: “Algún día tendrás que elegir entre la Isla y Alex.” Spoiler: sí, y mal. Widmore se marcha con la cabeza alta, y Ben hereda oficialmente el título de “manipulador jefe de la isla”. Ben vuelve a la civilización con un plan muy sano: asesinar a Penny Widmore. Llama al propio Widmore para avisarle, como buen psicópata educado. Llega al muelle, se cruza con Desmond (porque el destino es un guionista cruel), le dispara pero no lo mata, y se dirige al barco. Apunta a Penny, que está con su hijo, y le dice que su padre mató a su hija. Penny le suplica, pero Ben no escucha… hasta que ve al niño Charlie. Se le congela la conciencia por tres segundos, baja el arma, y Desmond lo apaliza hasta dejarlo flotando en el puerto como una bolsa de basura arrepentida. Ben intenta manipular al grupo de supervivientes y convence a Caesar de que Locke podría ser peligroso. Cuando Caesar saca la escopeta, sorpresa: ya no la tiene. Ben la ha robado y lo mata de un disparo. “Considéralo una disculpa”, le dice a Locke. La terapia de grupo empieza fuerte. Ben y Locke llegan y descubren que Sun y Frank están en la vieja casa de Ben. Sun les enseña una foto de los Dharma de 1977, y Ben se queda en shock al ver que sus viejos amigos estaban infiltrados allí. Frank, como siempre, aporta el sentido común: “¿De verdad vais a seguir a un muerto y a un asesino?” Sun, por supuesto, dice que sí. Ben se mete en su despacho secreto y abre un túnel detrás de la estantería. Encuentra una cámara subterránea con un charco y un mecanismo. Lo acciona, el agua desaparece, y Ben susurra a la cueva: “Estaré afuera.” Traducido: “Monstruo, tenemos cita pendiente.” Arriba, Locke le confiesa a Sun que nunca había visto algo como su propia resurrección. Ben asiente, probablemente pensando: “Yo tampoco, y ya he visto cosas.” Como el humo no aparece, Locke decide ir a buscarlo. Ben, resignado, lo sigue hasta el Templo, donde Locke le dice que se meta por un agujero del suelo. Antes de bajar, Ben le deja a Sun un recado: “Si salgo de esta, dile a Desmond que lo siento.” Un bonito gesto para quien le pegó un tiro. Ben cae por un agujero y acaba solo entre ruinas egipcias llenas de jeroglíficos. Encuentra un mural de un dios (probablemente Anubis) y al Monstruo en formato arte rupestre. Entonces se oye el zumbido clásico y el humo aparece, envolviéndolo. Ben ve flashes de su vida: Alex, Widmore, su culpa, su miseria. Terapia intensiva en 4D. El humo desaparece… y reaparece como Alex, que lo agarra y le grita que sabe que planea matar otra vez a Locke. Le ordena que lo siga y lo obedezca o lo destruirá. Ben, más blanco que nunca, promete hacerlo. Alex se esfuma, y Locke reaparece justo a tiempo con una cuerda. “¿Qué ha pasado?”, pregunta Locke. Ben, derrotado, contesta: “Me ha dejado vivir.” Y así termina: Ben redimido a la fuerza, Locke jugando a mesías resucitado, y el espectador preguntándose si el monstruo era más justo que la mitad de los humanos de la serie.
Whatever Happened, Happened
2005 Kate cumple la promesa a Sawyer (porque en Lost todo el mundo tiene asuntos pendientes con todo el mundo) y va a visitar a Cassidy, la ex de Sawyer, que vive con Clementine, la hija que él nunca conoció. Kate aparece con dinero y cara de “hola, vengo a resolver mi trauma emocional”. Cassidy, sin pelos en la lengua, le suelta que Sawyer no fue ningún héroe al tirarse del helicóptero, sino un cobarde que se quitó de encima a Kate. Y remata diciendo que Kate se quedó con Aaron porque necesitaba algo que abrazar. Básicamente, terapia gratuita pero sin filtro. Después, Kate visita otra vez a Cassidy y a Clementine, ya casi familia. Le cuenta el susto del supermercado, y Cassidy, con su sabiduría de ex, le dice que Kate necesitaba a Aaron para curarse de Sawyer. Kate, con cara de resignación, se da cuenta de que es verdad. Así que finalmente lleva al niño con su verdadera abuela, Carole Littleton, y le suelta toda la verdad: “Hola, soy la que secuestró a tu nieto, pero tranquila, lo hice con amor”. Le dice que Claire está viva y que volverá a buscarla. Carole se queda entre el shock y la ternura. Kate le da un beso a Aaron y se despide. Cierre de trauma maternal, capítulo 1. Jin despierta tras recibir una buena paliza y encuentra al pequeño Ben sangrando. Lo carga en la furgoneta y vuelve a los Barracones. Mientras tanto, Horace convoca una reunión Dharma de emergencia: Sayid ha escapado, y alguien de los nuestros lo ayudó. Jack se mete donde no le llaman, y Horace lo mira con cara de “te tengo fichado, novato”. Juliet intenta salvar la vida del pequeño Ben, pero no puede frenar la hemorragia. Sawyer, desesperado, va a pedir ayuda a Jack. Y Jack, en plan “nuevo yo zen”, dice que no va a operar a Ben. Argumenta que ya lo salvó una vez y que no lo hará otra. Kate se queda a cuadros. Jack le dice que a ella tampoco le gustaba su versión anterior. Conversación digna de pareja en crisis. Kate, sin rendirse, dona sangre para el niño, porque claro, es “donante universal” (también de problemas). Mientras tanto, Roger le cuenta entre lágrimas que su hijo siempre necesitó una madre y que su esposa murió al dar a luz. Kate se ablanda y lo escucha con mirada compasiva. Hurley y Miles tienen un debate temporal digno de física cuántica de guardería: si Ben muere, ¿ellos desaparecen? Miles le explica que no, que el pasado no se puede cambiar. Hurley, lógico, pregunta por qué Ben no recuerda haber sido tiroteado de niño. Miles se queda sin respuesta. Física 0 – Hurley 1. Juliet logra estabilizar a Ben, pero dice que solo los Otros podrían salvarlo. Kate, en plan heroína impulsiva, mete al niño en una furgoneta y se lanza hacia la jungla. Sawyer la alcanza, parece que la va a detener… pero no, se une a ella. Lo hace “por Juliet”, dice. Claro, Sawyer, por Juliet. Mientras conducen, Kate le cuenta a Sawyer lo de Cassidy y Clementine. Él, maduro y resignado, le dice que su relación nunca hubiera funcionado. Que él ha cambiado. Y por una vez, parece cierto. Llegan al territorio de los Otros, donde Richard Alpert aparece con su habitual brillo de inmortal misterioso. Sawyer le entrega a Ben y le pregunta si ya lo conocía. Richard, con cara de póker, no responde. Explica que si se lleva al niño, perderá la memoria, la inocencia y se convertirá en “uno de los nuestros”. Vamos, una lobotomía mística. Uno de los Otros protesta mencionando a Ellie y Charles, pero Richard pasa de todos. Coge al niño y se lo lleva al templo, atravesando una puerta de piedra gigante, como si fuera Gandalf entrando en Moria. Ben despierta en la enfermería de la Hidra, confuso, y se encuentra con Locke mirándolo fijamente. Locke, con esa sonrisa perturbadoramente zen, le suelta: “Bienvenido a la tierra de la vida”. Ben pone cara de “mejor me habría quedado muerto”. Fin del episodio. Todo sigue igual de raro, todos siguen traumatizados, y el espectador sigue preguntándose si el pobre Ben se merecía tanto drama.
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