Luis Olivera

El Padre nos ama, y ese amor es un pacto eterno que jamás podrá olvidar. Él desea que mantengamos ese pacto de amor presente en nuestros corazones y que tengamos una actitud de no permitirnos olvidar cuánto nos ama. El Padre nos sigue amando con la misma intensidad que en el principio, es tiempo de que comencemos a recordar los pactos de amor que le hicimos la primera vez que nos encotramos con Él ¿Tenemos el mismo amor y pasión que antes?

La finalidad de la Fe sobrepasa el cumplimiento de cualquier petición que podamos hacer, nos impulsa a orar  y permanecer dia y noche en comunión con el Padre. Jesús nos está invitando a confiar plenamente en él de la misma manera que lo hace con nosotros, quiere compartir esos secretos que nadie más conoce, tan sólo sus íntimos amigos de confianza.

Cuando Jesús nos pregunta quién es él no está esperando que repitamos lo que otros dijeron o que citemos algo que ya sabemos sobre él. Nos lleva a reflexionar sobre qué experiencias íntimas tuvimos con él para poder decir algo verdadero sobre su persona. El Padre nos está invitando a conocer a Su Hijo, ése es nuestro verdadero destino.

Los procesos son muy necesarios para poder desarrollar el carácter de Cristo en nosotros, nunca se trataron de duras experiencias para añadir en un extenso currículum de nuestra vida, sino de encontrarnos cara a cara con Jesús. Él está ardiendo de amor por nosotros y al mirarnos ese amor se incrementa mucho más, es su mirada de fuego la que nos procesa verdaderamente.

En un tiempo en el que las opiniones sobreabundan y las conclusiones inmediatas se vuelven la única finalidad del conocimiento, reconocer nuestras limitaciones al tratar de entender el contexto en el que vivimos nos lleva a buscar las respuestas en la persona de Jesús. Él aparece en nuestro momento de mayor vulnerabilidad, conocerlo plenamente es la finalidad de nuestras interrogantes.