Contexto Cotidiano

¿Alguna vez se ha preguntado por qué le tocó vivir en este preciso momento de la historia? ¿Qué hubiera pasado si por ejemplo  hubiera tocado vivir en otra época? ¿En qué época le hubiera gustado vivir? En este episodio analizaremos un resumen de la charla para la nueva etapa de nuestra Comunidad Virtual Vía Laica, en la que veremos que Dios tiene un propósito para nosotros hoy. Por lo tanto, si hemos visto que este es el momento en que Dios nos puso en esta historia de la humanidad, ¿Qué haremos de nuestra vida?

Esta es una extraordinaria invitación a adentrarnos a la vida espiritual, especialmente para los que nos hemos alejado o los que hemos perdido el sentido el objetivo de la espiritualidad y hemos caído en tratar de llenar nuestras vidas con las cosas que se nos ofrecen ahora como soluciones mágicas extraordinarias, pero que en realidad no son más que espuma que se desvanece.

Algunas veces tenemos un total desconocimiento de Dios y para llamarlo por su nombre, una total desconfianza en que Dios quiere lo mejor para mí.  Pero las  lecturas de este domingo dan para tanto en este sentido, sin embargo vamos solamente a concentrarnos en las parábolas que nos da el Evangelio de San Mateo, donde se nos presenta el Reino de Dios como algo cuyo valor no tiene comparación, con expresiones casi poéticas como por ejemplo: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra”. Son textos de mucha belleza en sí mismos, pero más aún cuando los comparamos a la vida real, a casos concretos. Precisamente nuestra Iglesia está llena de historias de santos y santas que lo dejaron todo por esa perla, por ese tesoro escondido.

Aprendamos a tener paciencia con la vida, no siempre las cosas salen como queremos. A veces, en la mayoría de los casos, pasan cosas que no nos gustan, aparece la cizaña tratando de echar a perder la relación de pareja, de padres a hijos, la amistad, o bien queriendo traerse al suelo  el proyecto, el grupo, la comunidad, el barrio, Pero hay otra realidad, la cizaña existe, está ahí y tengo que aprender a confiar en Dios porque Él tiene su tiempo, debo pedir sabiduría para saber cuál es la verdadera cizaña que hay en mi terreno, identificarla bien y sobre todo, saber cuándo es el momento preciso de cortarla. No cuando estoy enojado, cuando la ira me domina, cuando actúo con el hígado, sino cuando sepa distinguir cual es el trigo y cual es la cizaña y saber cuándo ya no hay nada más que hacer. Cuantas veces nos precipitamos y en un momento de cólera echamos a perder una buena relación o un negocio. Aprendamos a respirar, calmarnos y tomar decisiones en los momentos adecuados.

Si unimos estas dos lecturas vemos que hay tres componentes importantes: La semilla, la tierra en la que se deposita y la lluvia. Hablemos de la semilla, esta contiene toda la carga genética de la planta, es algo maravilloso que por ser tan común, posiblemente no nos damos cuenta de la maravillosa grandeza que hay en una semilla. De algo tan pequeño, insignificante y casi inservible a simple vista, puede salir todo un árbol, o una planta, pero también miles y miles de frutos que pueden ser aprovechados por muchas personas durante muchos años. Es tan importante una simple semilla, que existen en el mundo bancos de semillas, siendo el más importante el que está ubicado en Noruega y guarda de prácticamente todo el mundo, en una cámara construida para soportar terremotos de 10°, erupciones volcánicas, y como está en un área que nunca se descongela, hasta fallas eléctricas y conservar en buenas condiciones todas las semillas Pero de nada sirve si nuestra semilla es buena, para esto es necesario que la tierra en la que se coloca, sea una tierra fértil, una tierra que reuna las condiciones que ésta semillita insignificante a la vista necesita para un desarrollo optimo, y por supuesto, necesitamos además del agua sin la que nada funcionaría.