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Ponemos voz a los textos sobre Alcalá de Henares que escribe Complumiradas y publicamos en www.infoalcalaina.com. Queremos dar difusión a la cultura e historia alcalaína y que llegue también a las personas con dificultades visuales o simplemente les apetece ir por nuestra ciudad caminando y escuchando lo que van admirando.

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20 episodios
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PUEBLO SIN REY de Olalla García

Una novela histórica sobre las Comunidades de Castilla con personajes alcalaínos Como lectora de este género es un reto para mí reseñar una obra de una autora tan reconocida. Espero que me disculpe el atrevimiento de recomendar su lectura con mis propias palabras ya que no poseo formación literaria alguna. En mi particular elogio de la lectura tengo que destacar dos satisfacciones que me proporciona la lectura de novelas, la de poder viajar a cualquier parte de la mano de los que mejor conocen esos lugares, los autores, y si es histórica, la de viajar en el tiempo. Dejando a un lado el cine, que lo explica todo, la novela histórica es el género que más ayuda a entender los acontecimientos históricos, y conocer la vida en acción de las gentes de otras épocas, y aunque no sea mejor que un texto de investigación, la estética que utiliza es lo que cautiva a los lectores, que valoramos y agradecemos con nuestra fidelidad al autor por tanto conocimiento y placer como nos proporciona. De vez en cuando acudo a los escritores de este género que han desarrollado sus tramas en la ciudad complutense para conocerla mejor. Así fue como llegué hasta las obras de Olalla García. La primera, "El taller de libros prohibidos", publicada en 2018, y a esta, la más complicada de las que ha escrito, publicada en 2020, año de celebración de los actos del V centenario de las revueltas de Castilla, que también se celebró en Alcalá con una exposición que tuvo lugar en la Casa de la Entrevista. Aunque muchos de los actos programados para festejar dicho acontecimiento se cancelaron a causa de la pandemia, y también los de promoción y firma de ejemplares presenciales, que tuvieron que hacerse online, eso no fue obstáculo para que, una vez levantado el confinamiento, la novela fuera un enorme éxito. Fue reseñada por National Geographic Historia, su presencia en prensa literaria nacional fue constante, y su autora reconocida como uno de los referentes de la novela histórica actualmente. Creo que es un privilegio para Alcalá que una declarada amante de la Historia, que se emociona con la Literatura, haya decidido bucear en la historia alcalaína para recrear algunos de sus acontecimientos históricos, y de paso en la vida de los complutenses de antaño. ¿Qué alcalaíno no se ha preguntado alguna vez, paseando por nuestro destacado casco histórico, cómo sería la vida de los anónimos vecinos que nos precedieron por estas calles en el Siglo de Oro? Pues a esta pregunta responden sus novelas ambientadas en Alcalá. Y, también, a otras cuestiones más sesudas como las que se explican en la obra que nos ocupa ¿Qué sucedió en la ciudad durante la Guerra de las Comunidades? o ¿Quiénes fueron sus protagonistas? Su fórmula magistral es conjugar los métodos de investigación de un historiador con los métodos narrativos de un escritor, y el resultado es una obra que entretiene a la vez que ilustra. Como en todas las novelas histórica, dirán. Pues no, porque en este género lo que distingue a una buena novela de otra que no lo es, es el rigor en la documentación histórica, un matiz importante que la autora afincada en Alcalá sigue a rajatabla en sus libros. Si despojáramos a esta obra coral de los personajes ficticios y sus vidas nos quedaríamos con las fuentes documentales tal cual están en los archivos, porque para la escritora las fuentes son sagradas, y nunca pueden quedar supeditadas a la conveniencia de un desenlace. Con esta premisa, en "Pueblo sin rey" se nos narra cómo se desarrolló la Guerra de las Comunidades en todo el reino y qué papel jugó Alcalá. Para ello pone en acción a los verdaderos protagonistas del movimiento Comunero, e imagina otros a medida, que integra en dos familias complutenses, a los que dota de personalidad propia, y atribuye todas las cualidades inherentes al ser humano, poder, orgullo, placer, amor, venganza, traición, pasión, etc., mostrando absoluto respeto por la mentalidad de la época. Luego los implica en conflictos emocionantes que van desde la intriga, hasta el espionaje, pasando por el drama, y por supuesto, la acción, que nos hacen devorar una página tras otra, mientras avanza la trama con toda naturalidad en medio de los hechos históricos. Y todo ello sin que se aprecie división alguna entre la realidad y la ficción. La reivindicación del papel femenino es una constante en sus obras, y un valor añadido en esta. Una vez más se agradece la presencia de las mujeres, sobre todo en un tema tan masculino como es la guerra. A ellas les ha dado un papel tan predominante como el de los hombres, dando visibilidad a una presencia que con toda seguridad tuvieron, como ha sido siempre en el devenir histórico, a pesar de que tradicionalmente se haya silenciado, incluso su protagonismo. Por la obra desfilan la comunera María Pacheco, la poeta y escritora Isabel de Vergara, María de Lago, esposa del alcaide del alcázar madrileño el cual defendió en ausencia de su marido, y otras esposas, madres, hijas, hermanas y criadas de regidores, caballeros, comuneros, o mercaderes, reales e inventadas, pero que sin duda fueron de carne y hueso. El enfoque local desentrañando el papel que jugó la villa y la propia universidad en el enfrentamiento es un atractivo más para los lectores alcalaínos, además de haber colocado a Alcalá de Henares en el mapa del conflicto de las Comunidades de Castilla, junto a ciudades como Salamanca, Segovia o Valladolid, protagonistas, entre otras, de aquel episodio, y, sobre todo, haciendo hincapié en los sucesos que ocurrieron en las ciudades del sur de Castilla como Guadalajara -leal al rey- y Madrid o Toledo -a favor de los comuneros-. Se nos cuenta con precisión la participación de Alcalá, bastante activa en la guerra, y los desconocidos hechos que aquí sucedieron entre 1520 y 1522, fechas del prólogo y epílogo respectivamente, y a cuya conclusión "...el castellano sigue siendo un pueblo sin rey..." El rey no es otro que el joven flamenco Carlos I, ausente de los recién heredados reinos peninsulares, que reaccionó ante las justificadas revueltas de sus súbditos hispánicos, en lo que ya se conoce como la primera revolución anterior a la francesa, ignorando sus reivindicaciones y sofocándolas brutalmente. La autora considera este movimiento como una de las grandes revoluciones de la Edad Moderna, que fracasó y consolidó la deriva absolutista en la que desembocaría la monarquía española años más tarde. Olalla García ha realizado por nosotros el trabajo más ingrato. Ha leído los trabajos de especialistas como Joseph Pérez, las últimas investigaciones de Ángel Carrasco, Gonzalo Gómez y Vicente Sánchez Moltó sobre el movimiento Comunero en Alcalá, o de José Manuel Castellanos en Madrid, y nos ha despejado el camino para que entendamos mejor este episodio de la Historia Moderna de España, tan "complicado" por la atomización que se aprecia al estudiarlo a nivel local. A la novela ha añadido unos apéndices muy interesantes que ayudan a entender el hecho histórico, sus protagonistas, sus personajes, y el planteamiento de la obra. Unos agradecimientos sentidos y emotivos que muestran la calidad humana de la autora cierran el volumen. Leyendo esta obra es fácil calzarse los zapatos de los alcalaínos de aquellos turbulentos años, y verlos moviéndose por la villa, escucharlos encomendarse a la Virgen del Val y a San Justo, quejarse de la climatología complutense, calor sofocante en verano y frío extremo en invierno, o describiendo las vistas desde una ventana de la calle Mayor. Declara la escritora que nada le gusta más que que un lector le diga que después de leer una novela suya se haya quedado con ganas de saber más sobre el tema de la misma. Pues eso me ha sucedido con "Pueblo sin rey". Su narración despierta interés, como haría la explicación de un buen profesor que, apasionado por la materia, siempre busca la manera de que sus alumnos aprendan. Como aplicada lectora/alumna se lo agradezco. Olalla García nació en Madrid en 1973 y residió en varias ciudades españolas hasta que su familia se instaló en Alcalá de Henares en cuya universidad se licenció en Historia, especializándose en historia antigua de Persia. Cursó estudios en Salamanca, Bolonia y París. Impartió clases en la Universidad de Alcalá antes de iniciar un periplo que la llevó a residir en varias ciudades europeas, durante el cual redactó sus dos primeras obras. Su dedicación a la docencia de la literatura, pues es profesora de Historia de la Literatura en la citada universidad, y a la traducción literaria le llevó por el camino de la escritura, actividad que combina con las dos anteriores. Habla con fluidez cinco idiomas, y conoce en profundidad varias lenguas muertas, tanto clásicas como del Próximo y Medio Oriente, lo que le ha permitido documentar sus novelas acudiendo a las fuentes originales de la Antigüedad, así como revisar publicaciones de los mejores especialistas contemporáneos. Cultiva sobre todo la novela histórica ambientada en la Antigüedad tardía o el Siglo de Oro, periodos que mejor conoce por sus estudios e investigaciones profesionales, aunque también ha publicado narrativa contemporánea, biografía y ensayos. Para conocerla mejor os invito a visitar su página OlallaGarcía.com Obras publicadas: Ardashir, rey de Persia (2005), Las puertas de seda (2007), El jardín de Hipatia (2009), Rito de paso (2014), En tierra de nadie (2016), El taller de los libros prohibidos (2018), Pueblo sin rey (2020) y María Pacheco (2021). Y el relato 'Despedida' incluido en la antología solidaria Voces de Kiev (2022) publicado con motivo de la invasión de Ucrania, y próximamente verá la luz La buena esposa basada en la alcalaína Francisca de Pedraza, la primera mujer divorciada de España. Textos e imágenes por @complumiradas Leído por Isabel Anaya Especialista en Marketing Digital y Diseño Web Estratégico (CEO en Grupo Villa Otium)

01 sept 2022 - 10 min
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Divino Valles y Ronda Ancha

RONDA ANCHA Y DIVINO VALLÉS, DOS CALLES COMPLUTENSES El investigador Ramón Morales Valverde, gran estudioso de etnobotánica, y del que ya he hablado en alguna ocasión por su magnífica obra: "Una flora literaria: el mundo vegetal en la obra de Cervantes", 2016, dice que la palmera datilera (phoenix dactylifera) es la especie más antigua que se conoce en la Península Ibérica. La misma que se plantó en tiempos de la colonización fenicia en el palmeral de Elche, y que desde entonces se cultiva en el sur y sudeste de España mayormente. Añade el científico, gran amante de la literatura y estudioso de la obra cervantina, que el escritor alcalaíno hizo tantas alusiones al mundo vegetal en sus obras porque lo conocía bien ya que era un lector empedernido de cualquier ejemplar que estuviera a su alcance, incluido los de botánica. El investigador ha contabilizado que Cervantes se refirió a este árbol en 88 ocasiones en la totalidad de su obra, aunque solo aparece como palma, y mencionado su fruto en solo dos ocasiones por eso sabemos que se refiere a esta especie: "...y no la compareis a una palma que se mueve cargada de racimos de dátiles" dice en el cap. 21 de la II parte de El Quijote; y escribe en el cap. 70: "...alma de almirez, cuesco de dátil". La emplea el escritor, la mayoría de las veces, por su carga simbólica como sinónimo de victoria, triunfo o éxito en sentido figurado. Si para Cervantes la palmera era un símbolo de triunfo, para nosotros es, sobre todo, la encarnación del binomio veraneo y playa. Véase si no cualquier folleto o escaparate de una agencia de viajes. Suelo fijarme en un ejemplar magnífico que se divisa desde la calle Divino Vallés, en su confluencia con la calle Ronda Ancha, y cuya contemplación en estos días tan calurosos podría inducir al delirio a cualquier vecino andante necesitado de vacaciones junto al mar; e imaginar, ayudado por la presencia de unos toldos y unos edificios de poca altura que jalonan la calle, que está en el levante costero, y no en la tórrida Castilla cervantina; y que tras la palmera aparecerá el paraíso marítimo en todo su esplendor. Sin embargo, la sugestión se esfuma, y aunque la palmera, con sus ramas culpables meciéndose de risa, sigue ahí, el mar nunca estará tras ella. Divagaciones aparte, la palmera me da pie para contar unas cuantas cosas sobre estas dos calles complutenses, algo alejadas del casco histórico, que por un instante de enajenación mental por las altas temperaturas, este verano se me han antojado calles de Levante. La de la anhelada palmera es la calle Ronda Ancha, antes calle Labacería, del término "abacería" que eran establecimientos donde se vendían al por menor aceite, vinagre, legumbres y pescado seco, etc. También se llamó así la cercana calle Teniente Ruiz, antes de pasar a ser calle Ancha. Es probable que esta se llamara Ronda Ancha por su cercanía a aquella. Ambas calles tienen una anchura considerable para lo angostas que son sus aledañas. La palmera en cuestión está en los jardines de las viviendas de la antigua Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid -después CajaMadrid, luego Bankia y finalmente absorbida por CaixaBank el año pasado- Una de las muchas colonias que se levantaron en Alcalá a mediados del s.XX para alojar a los trabajadores de las numerosas industrias que se establecieron aquí por aquellos años, y que originaron numerosas barriadas apartadas del centro urbano, donde se desarrolló la infancia y vida de muchos de los complutenses de hoy, llegados de todas partes de España buscando una vida mejor. En este caso se trata de una promoción de viviendas subvencionadas que se levantaron en la manzana formada por la citada Ronda Ancha, la calle Marqués de Alonso Martínez y el paseo de la Alameda que fueron construidas en 1966, y destinadas a sus "imponentes", así se llamaba a los humildes ahorradores que guardaban sus pequeños caudales en cuentas corrientes de esta Caja. En estos jardines los promotores de las viviendas instalaron dos motivos escultóricos metálicos en consonancia con los gustos de la época; sobre un pedestal de piedra, un niño paseando a su perro; y adosada a la pared lateral de uno de los bloques, la imagen en hierro forjado de Nuestra Señora de las Ánimas y del Monte de Piedad, que aunque no lo parezca existe, y bajo cuya advocación estaba la entidad. Según el investigador José Carlos Canalda es la única escultura de índole religiosa erigida en Alcalá por iniciativa laica, lo que se atribuye al espíritu nacional-católico de la época. Aunque desconocida, la imagen de Nuestra Señora de las Ánimas del Monte de Piedad, fue expuesta al culto público por el Padre Piquer (1666-1739), sacerdote y músico español, fundador en 1702 del primer Monte de Piedad en Madrid, que acogió a esta institución, predecesora de la Caja de Ahorros madrileña. Tiene capilla, tan desconocida como su imagen, situada en el edificio que se levantó de la desaparecida fundación, a principios del s. XX, en la madrileña calle San Martín, y que en principio era de uso privado de la compañía bancaria. En ella se conservan algunos elementos de la primigenia Capilla de la Casa Real de Nuestra Señora del Sacro Monte de Piedad. Respecto a la antigua calle de la Garrapata, hoy Divino Vallés, calle que, dicho sea de paso, excepcionalmente ha salido ganando con el cambio de nomenclatura, hay que decir que lo más interesante que tiene es precisamente su nombre, pues así se llamó al eminente médico burgalés Francisco Vallés y Lemus (1524-1592), médico de Felipe II que fue solemnemente enterrado en la capilla universitaria de San Ildefonso por expreso deseo suyo y empeño del monarca, al que salvó la vida ganándose justamente dicho apodo, y el nombramiento como "Protomédico general de todos los Reinos y Señoríos de Castilla", además de médico de Cámara. Su formación y actividad docente transcurrió durante diecisiete años en la Universidad Cisneriana donde se licenció en Artes y Medicina y doctorado, ocupando la Cátedra de Prima de Medicina en 1554. Fue el creador de la anatomía patológica moderna, del primer examen que debían superar los licenciados en medicina para poder ejercer, y el primero que enseñó dicha ciencia sobre un cadáver. Se casó con Juana de Vera, tuvo seis hijos y vivió en Alcalá casi veinte años en una casa de la calle de Santiago, convertida en el Sanatorio Vallés en 1963, hoy hospital privado HM Vallés, de la que sólo se conserva la portada del s. XVI. El Hipócrates español fue, durante dos siglos, maestro y referencia de la medicina europea. Aparte de un nombre de tanta categoría, también tiene esta calle tan angosta dos excelentes grafitis que alegran la vista de quienes la frecuentan. Realizados por uno de los artistas que según José Carlos Canalda, gran conocedor de su obra, "destaca con luz propia, tanto por la calidad como por la cantidad de sus grafitis". Se trata de Rubén Bernao Montero pintor muralista alcalaíno activo desde 2007, que tanto y tan bien se prodiga decorando puertas de garajes y paredes por las calles complutenses mostrando imágenes cervantinas o de los más bellos y conocidos rincones del casco histórico, llevándolos también a calles más apartadas del centro. Según el investigador, el primero de estos grafitis lo hizo en dos tiempos. La puerta del garaje del número 2 de esta calle con la fachada de la Universidad la pintó en 2012, y siete años después, en 2019, completó el trabajo pintando las paredes laterales; la izquierda con una vista panorámica de la plaza de las Bernardas, y la derecha con otra de la calle Mayor, vista desde la esquina de la calle de la Imagen, con la estatua de Don Quijote, solo, en primer plano. El segundo lo pintó en 2021, en el número 8, y también es un tríptico. Esta vez se trata de una vista panorámica de la plaza de Cervantes vista a partir del pedestal de la estatua del escritor, que no aparece. En el central se ve el kiosco, la Capilla del Oidor y la torre de Santa María y, al fondo, los dos torreones del Colegio de Málaga; en el de la izquierda presenta la fachada del Círculo de Contribuyentes y edificios vecinos, incluidas las cigüeñas, y en el derecho, está el Ayuntamiento y el primer tramo de los soportales. Textos e imágenes por @complumiradas Leído por Isabel Anaya Especialista en Marketing Digital y Diseño Web Estratégico (CEO en Grupo Villa Otium)

01 sept 2022 - 8 min
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Fuente de la Comandancia

LA FUENTE DE LA COMANDANCIA La conocida como "fuente de la Comandancia" está situada en el lateral Este del Colegio de San Ciriaco y Santa Paula o de Málaga. El colegio fue fundado en 1623 y comparte tapias, jardines y vistas con otro, el Colegio Menor de Trinitarios Descalzos de la Santísima Trinidad. Éste último dio nombre a la calle de la Trinidad Descalza -de la Trinidad para abreviar- punto de encuentro de los dos colegios, cuya historia común está estrechamente relacionada desde que los trinitarios compraron casas y patios en la zona para albergar a sus estudiantes, y en 1626 el colegio de Málaga le cedió un trozo de un corral colindante con los solares que ya ocupaban para que siguieran creciendo. A pesar de ello su relación en el pasado no estuvo exenta de litigios como los provocados cuando los trinitarios construyeron sus ventanas y buhardillas con vistas a la propiedad del colegio de Málaga, y éste les obligó a cerrar los huecos. Ambos recintos están comunicados ya que pertenecen a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá, y forman un conjunto arquitectónico inmejorable dentro del casco histórico alcalaíno. Y, además, también comparten las andanzas de esta fuente, que a continuación voy a relatar. Precisamente al colegio convento de Trinitarios Descalzos es al que hace referencia el nombre con el que se conoce en Alcalá a esta fuente desde siempre, ya que su ubicación original no es la actual, adosada a muro Este del colegio de Málaga, sino el recodo que forman, unos metros más adelante, la fachada lateral de éste y la entrada de carruajes del colegio vecino. Un rincón, en toda la extensión de la palabra, cobijado por la fronda arbórea y la hiedra trepadora de los numerosos patios y jardines colegiales que asoman por encima de las tapias. Sucedió que en 1836 se suprimieron las órdenes religiosas en España, se cerró el convento y se cedió el edificio al Arma de Caballería por R.O. de 7 de febrero de 1839, convirtiéndose primero en cuartel de caballería y más tarde en Comandancia General del Cantón y residencia del gobernador militar. En base a dicha orden, no solo el convento de Trinitarios cambió su destino, sino el de once grandes edificios universitarios que fueron cedidos por la Hacienda Pública al Arma de Caballería que fue concentrando en Alcalá sus depósitos, almacenes y algunos de sus regimientos. En el artículo "La presencia militar en Alcalá de Henares en el siglo XIX", José Félix Huerta Velayos hace un recorrido por lo que supuso desde el punto de vista social, urbanístico e histórico, la numerosa presencia militar en la ciudad durante ese siglo, y explica que: "El siglo XIX representa el punto de inflexión en el predominio de las señas de identidad complutenses, la Universidad va languideciendo hasta desaparecer con su traslado a Madrid en 1836 y el Ejército consolida su presencia en Alcalá hasta convertirla en una ciudad cantonal. El paulatino abandono de los colegios universitarios deja sin uso grandes edificios muy aptos para albergar unidades militares necesitadas además para garantizar la seguridad de la cercana Corte". En este contexto el nuevo uso castrense del colegio de Trinitarios, que duró siglo y medio, supuso la alteración de algunos de sus elementos arquitectónicos como la iglesia cuya capilla Mayor, crucero y primer tramo de la nave se convirtieron en salón de Actos de la nueva Comandancia Militar para lo que se levantó un muro que dividió el interior de la iglesia en dos zonas, y convirtió el sotocoro en vestíbulo. En el exterior se abrieron dos balcones, uno en el centro y otro en el rincón izquierdo de la lonja. Las manchas que presentaba la fachada se debieron al desmantelamiento de los escudos originales de la orden situados a ambos lados de la ventana que iluminaba el coro, y bajos éstos un bajorrelieve de la Santísima Trinidad flanqueada por dos blasones de piedra de la orden y del patrono que también corrieron la misma suerte, abriéndose en lugar del bajorrelieve el balcón central. La fuente, sin embargo, no entró en escena hasta 1875 cuando fue donada por el Ayuntamiento de Madrid al de Alcalá atendiendo a la solicitud realizada por éste, tras constatar el alcalde complutense que en la madrileña plaza de Santo Domingo, cuando era "plazuela" y la cuesta de su mismo nombre era conocida como "subida o bajada", se encontraba ésta sin uso, según explica el investigador José Carlos Canalda citando la obra de Rafael Fernández López, "Alcalá de Henares. Fuentes documentales para la historia cotidiana de las obras hidráulicas, públicas y otros aspectos urbanos". Universidad de Alcalá (2019) vol.II Al lado izquierdo de la entrada de carruajes del colegio de Trinitarios, ya convertido en sede de la comandancia se encontraba la fuente. En la fotografía en blanco y negro de los años sesenta puede verse al soldado haciendo guardia en el lado derecho de la entrada. Al parecer la fuente en cuestión fue desmontada de su emplazamiento original por el Gobernador Militar de la zona en 1968 alegando motivos de seguridad militar. Hace tiempo leí que los soldados que vigilaban la puerta estaban más pendientes de mirar a las muchachas que iban a coger agua a la fuente con sus cántaros que de vigilar la entrada. Puede que fueran esos los motivos de seguridad militar a que se referían. Muchos alcalaínos aún recordarán una caseta de ladrillo visto y dos ventanucos donde hacía guardia el soldado que vigilaba ese acceso de la comandancia. El acuartelamiento albergó primero la Escuela de oficiales de caballería y la comandancia militar después. También fue sede del primer casino militar, y Archivo y Repuesto General del Arma. Durante mucho tiempo hubo dos cañones antiaéreos ocupando ambos lados de la lonja que sobresalían sobre el pretil de piedra, dejando bien claro el uso castrense del edificio. También sobre el arco central del atrio de la entrada se podía leer "Todo por la Patria". Lo mismo sucedía con el acceso desde la vieja puerta lateral de la comandancia sobre la que había un rótulo que decía "Triunfar o morir", y que bien recordarán aquellos complutenses que, tras cumplir con el servicio militar, acudían cada año como reservistas para sellar su cartilla militar por esta puerta de la calle San Julián. Tras desmontar la fuente, según el investigador José Carlos Canalda, fue desechada por el ayuntamiento, siendo su destino, al igual que lo fue la de los Cuatro Caños, el vertedero. Afortunadamente, fue recogida por el entonces concejal José Calleja y conservada en su finca cerca del viejo Cementerio Municipal, lo que permitió rescatarla, ya en los años 80, y volver a instalarla cerca de su lugar original, donde está en la actualidad. En el año 1981, el primer alcalde electo complutense de la democracia, Carlos Valenzuela Lillo (1939-2015), puso en marcha la depuración de las aguas y las conducciones, porque "salía barro del grifo, y había que esperar a la madrugada o hacer grandes colas para coger el agua en las fuentes públicas", según recuerda el cronista complutense Vicente Sánchez Moltó, y se decidió entonces volver a montar la fuente. Explica Vicente Fernández, un enamorado de Alcalá y su historia, en su cuenta de Facebook, cómo se fraguó el tema de la reposición de la fuente. Un día del año 1980 paseando por la plaza de Cervantes con un grupo de amigos se encontraron con el ex concejal José Calleja, le comentaron que habían oído que tenía la "Fuente de la Comandancia" en su finca, y le preguntaron si estaría dispuesto a devolverla y colocarla en su sitio. A lo que aquel respondió afirmativamente, y además les explicó que la autoridad militar que mandó retirarla tenían intención de enviarla al vertedero, por lo que preguntó si podía llevársela a su finca para conservarla. También les comentó que antes de instalarla de nuevo debería ser vista por los técnicos de bellas artes porque estaba deteriorada (llevaba en su propiedad trece años) y el traslado podría dañarla aún más. Con el visto bueno dado por la Dirección General del Patrimonio Artístico, según consta en el " Informe de visita para la restauración de una fuente ubicada en la pared exterior del edificio "Fuente de la Comandancia" en Alcalá de Henares (Madrid), el 19 de febrero de 1981, se autorizó su restauración y traslado desde la finca del antiguo concejal. La función de la comandancia había sido la misma antes, durante y después de la guerra. Hasta 1994 en que el antiguo colegio recobró su original condición de edificio universitario, aunque la fuente ya no estaba en su primitiva ubicación. Poco importaba donde estuviera, puesto que el edificio tampoco era ya sede de la vieja comandancia. Se convirtió en la sede de la Biblioteca Cervantina y del Centro de Estudios Norteamericanos "Benjamín Franklin" de la Universidad de Alcalá. Es como si el estamento militar lo hubiera estado custodiando -bastante bien, dentro de lo que cabe, según los arquitectos que lo rehabilitaron- mientras los estudiantes volvían a ocuparlo. La vuelta a su uso universitario motivó rehacer algunas de las modificaciones hechas por el ejército y se recuperaron elementos antiguos. Para el ciudadano de a pie, el cambio más visible fue la eliminación de los dos balcones. Las manchas en la fachada y el lugar que ocupaba el balcón central volvieron a dar paso a los escudos pertenecientes a la orden religiosa que fundó el colegio, a ambos lados de la ventana, al patrocinador, el banquero genovés Octavio Centurión, al arma del ejército que lo utilizó, cuidó y mantuvo durante tanto tiempo, y a la universidad de Alcalá, actual propietaria. También la redistribución de las numerosas ventanas de diferentes tamaños que se habían abierto en las fachadas y que volvieron a sus reducidas dimensiones originales, todas iguales y perfectamente alineadas como deben ser en un edificio conventual. Como se puede ver la fuente es sencilla y de modestas dimensiones, ya que no se trata de una fuente ornamental, sino que se diseñó para el suministro público de agua en la ciudad de Madrid. Básicamente la forman dos elementos, el vaso circular de piedra de granito coronado por dos columnas de piedra caliza de cada una de las cuales sale un caño, y unos restos de molduras en la parte superior. Su encanto radica en su diseño levemente arquitectónico. Además de los elementos reseñados, el citado informe decía que la fuente se componía de media docena de bloques de piedra arenisca, y mide 1,70x1,50x0,30 m. Como ya se ha dicho, y dejando a un lado la trayectoria de ambas fuentes, comparte ésta de la Comandancia dos circunstancias con otra fuente alcalaína muy importante, la de los Cuatro Caños, y es que sus restos una vez desmontada también estuvieron custodiados en la finca del conocido concejal, y que también fueron rescatados del vertedero por él, así mismo las dos conocieron cuatro ubicaciones diferentes en su larga trayectoria de más de un siglo, aunque la primera ubicación de la de la comandancia fue una plazuela madrileña, mientras que las de la de los Cuatro Caños solo conoció emplazamientos en Alcalá. Textos e imágenes por @complumiradas Leído por Isabel Anaya Especialista en Marketing Digital y Diseño Web Estratégico (CEO en Grupo Villa Otium)

01 sept 2022 - 11 min
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Orquesta UAH

CONCIERTO DE PRIMAVERA DE LA ORQUESTA DE LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ DE HENARES Extraordinario concierto el que realizó la Orquesta de la Universidad de Alcalá en la capilla de San Ildefonso el pasado sábado, dirigida magistralmente por Pablo Gastaminza que con su dirección y la simpatía que le caracteriza nos hizo poner en pie agradecidos por tan brillante interpretación. Para este tradicional Concierto de Primavera, bajo el título de "Las otras sinfonías", el director había seleccionado obras para orquesta de cuerdas -los instrumentos de viento siguen "confinados"-, cuyo nexo de unión es denominarse como "sinfonías", aunque no forman parte del género propiamente dicho. Se trata de unas pequeñas piezas musicales compuestas por dos jovencísimos W. A. Mozart y B. Britten, a los dieciséis y veinte años respectivamente, aderezadas con dos piezas cortas de B. Marini y E. Grieg. De ellos esbozó el director unos interesantísimos datos biográficos, con ese estilo tan cercano que le caracteriza, que las contextualizaron arrancando merecidos aplausos. Ni siquiera el pequeño contratiempo de tener que tocar de pie la mayor parte de los músicos y sin tarima el propio director por problemas de espacio en la preparación del escenario restó lo más mínimo en la magnífica interpretación. Había muchas ganas tras dos años sin conciertos en directo (a causa del COVID-19 en 2020 fue cancelado y en 2021 fue grabado para emitirlo en YouTube), y este fue un renacimiento por todo lo alto, incluida la selección del espacio donde tuvo lugar, la magnífica capilla de San Ildefonso. Fue construida entre 1500 y 1520 como capilla universitaria del Colegio Mayor de San Ildefonso, origen de la Universidad de Alcalá, en el solar contiguo siguiendo trazas de Pedro Gumiel, arquitecto de la Universidad, y bajo la dirección de Pedro de Villaroel. De planta rectangular, con una sola nave y presbiterio de mayor altura cubiertas por artesonado mudéjar de madera policromada. En su interior destacan además de las yeserías platerescas que lo ornamentan y el citado artesonado mudéjar, el sepulcro vacío del fundador de la Universidad, el Cardenal Cisneros, joya del renacimiento español obra de Domenico Fanchelli y Bartolomé Ordoñez realizado entre 1599 y 1601. En sus ocho capillas menores laterales también fueron enterrados los profesores más eminentes de la Universidad de Alcalá entre los que se encuentran el propio arquitecto de la capilla, Pedro Gumiel, el gramático Antonio de Nebrija y el médico de Felipe II, Francisco Vallés, "El Divino". El retablo renacentista data de finales del siglo XVI se atribuye a Ambrosio de Bengoechea y fue instalado aquí por la Dirección General de Bellas Artes durante su restauración de 1959/60 procedente de la iglesia parroquial de Quintanilla de Onésimo (Valladolid) derruida en la década de los años 50. Está presidido por una imagen de San Ildefonso en su hornacina central. Textos e imágenes de @complumiradas Leído por Ana Araujo - Organizer Profesional @@anaaraujo.organizer

01 sept 2022 - 3 min
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Alcalá de Henares en la Guerra de la Independencia Parte III La visita de José Bonaparte a Alcalá de Henares en 1810

La presente publicación es continuación de las dos anteriores sobre la Guerra de la Independencia en Alcalá, y presenta un itinerario referido a un hecho poco conocido de la historia complutense. Se trata de la visita que José Bonaparte (1768-1844) realizó como Rey de España a la ciudad el 18 y 19 de septiembre de 1810. Dos años antes, el 7 de julio de 1808 su todopoderoso hermano Napoleón le había nombrado monarca del trono español tras forzar la abdicación de Carlos IV y la renuncia del heredero Fernando VII firmadas en Bayona el 6 de junio de 1808. Se conocen los pormenores de aquel viaje que hizo el monarca josefino a Guadalajara y Alcalá, principalmente, por las crónicas periodísticas publicadas en la Gazeta de Madrid (periódico que las autoridades francesas utilizaron como panfleto propagandístico a su servicio durante la contienda, y para dar una imagen favorable del «rey intruso»). Y en el caso de Alcalá, por el testimonio del complutense Juan Domingo Palomar García, historiador y personaje local muy relevante en aquellos días que recogió el recorrido, entre otros acontecimientos, en su «Diario de un patriota complutense en la Guerra de la Independencia«. Diario personal donde se narran desde sucesos políticos, a acciones de guerra, pasando por celebraciones religiosas, o hechos que involucraron a vecinos de la ciudad, así como disturbios causados por la escasez y el hambre, y hasta las coplillas que se cantaban entonces, todos hechos acaecidos en Alcalá de octubre de 1809 a mayo de 1814. En 1894, el entonces alcalde complutense, Lucas del Campo, comunicó la aparición del diario en el archivo municipal y solicitó permiso al gobierno central para publicarlo, a lo que accedió el entonces Presidente del Consejo de Ministros, Antonio Cánovas del Castillo. Desde su proclamación como Rey de España José Bonaparte había intentado acercarse a sus súbditos españoles y ganarse sus simpatías intentando dar una imagen de normalidad ante la sociedad civil, pero en la mayor parte de los casos fracasó. Buscando ese acercamiento desde el gobierno central se dictaron una serie de disposiciones a las autoridades locales para que ciertos fastos fueran celebrados de manera oficial en todo el país. Fue el caso de la conmemoración de la paz entre Francia y Austria. Para aquella ocasión el Ayuntamiento complutense invitó, el 5 de noviembre de 1809, a los vecinos de mayor rango social a acudir con sus familias a la casa en que se alojaba el comisario francés. El inmueble era propiedad de don Vicente Munarias, o Munárriz, que en 1811 sería nombrado corregidor. El fracaso quedó patente al acudir al festejo para agasajar al monarca solo dos regidores y el Corregidor interino de Alcalá, Roque Novella, que en 1812 sería nombrado juez de primera instancia en Madrid por el gobierno de Bonaparte. La residencia de don Vicente Munárriz era un magnífico edificio, ideal para acoger tan importante visita por su amplitud, estar ubicado en la céntrica calle Escritorios y poseer un hermoso jardín. Hago un inciso para explicar que la residencia habitual de los monarcas de visita en Alcalá era el palacio arzobispal, pero con la invasión napoleónica se convirtió en ciudadela fortificada donde se atrincheraban las autoridades francesas y colaboradores civiles cuando la guerrilla hostigaba la ciudad, encontrándose por ello en estado lamentable. Así que en esta casa tan imponente de la calle Escritorios se alojaron todos los visitantes ilustres que visitaron Alcalá desde entonces, incluso Fernando VII lo hizo en 1818, cuando ya era propiedad de los condes de Revillagigedo con quienes le unía una gran amistad. Visita que le adjudicó a la casa su consideración de residencia real. Distinción que daba derecho a que sus propietarios colocasen, como símbolo acreditativo de la estancia del rey, unas cadenas en la entrada principal, retomando así una antigua costumbre según la cual aquellos lugares donde hubiera dormido el rey tenían el derecho de colocar sobre la puerta unas cadenas en recuerdo del acontecimiento. Los eslabones de aquellas cadenas eran de hierro rematados en piñas doradas, y se colgaban de tres clavos formando un pabellón sobre el dintel de la puerta. Las cadenas permanecieron sobre la puerta del edificio en cuestión, que fue antiguo Colegio de los Irlandeses, hasta 1835, y de tal distinción solo se conservan los tres clavos que las sostuvieron. José Bonaparte se hospedó en la citada casa el 18 y 19 de septiembre de 1810. La víspera de su llegada, mediante un pregón, se había ordenado a los complutenses que limpiaran la vía pública correspondiente a la entrada de sus viviendas o negocios, y se engalanó el municipio. El rey josefino se presentó en la ciudad a las ocho de la mañana con una escolta de 2.000 soldados franceses procedentes de Guadalajara (ciudad que también formaba parte del tour), a parte de los 4.000 que cubrieron el camino entre Madrid y Sigüenza. Tras un breve descanso, recibió a las autoridades complutenses en tan magnífico alojamiento, también conocido como Colegio Menor de San Patricio de los Irlandeses, o Colegio de San Patricio o de San Jorge. La fundación del colegio fue obra de un rico matrimonio de origen portugués que no tuvieron descendencia, don Jorge de Paz de Silveira y su esposa doña Beatriz. Él, caballero perteneciente a varias órdenes religiosas, dejó establecido que todo su patrimonio debía ser destinado a obras pías, concretamente a la fundación de un hospital para sacerdotes en Madrid, un convento de franciscanas y un colegio de irlandeses. Voluntad que doña Beatriz cumplió reconstruyendo el convento franciscano de las Claras existente en Alcalá, y levantando este colegio para irlandeses, que en 1652 ya estaba en obras. Situar un Colegio fuera de la manzana universitaria provocó el descontento de la población que no veían con buenos ojos su instalación fuera del recinto universitario de la calle Colegios. La razón de fundar un colegio para estudiantes seminaristas católicos procedentes de Irlanda, Flandes y Escocia hay que buscarla en la sucesión protestante a la corona inglesa que se produjo a finales del s. XVII y que provocó una persecución anticatólica en Inglaterra, extendida a Irlanda que entonces pertenecía al Imperio británico. Entre las muchas prohibiciones a que estaba sometida la población católica irlandesa estaba la del acceso a la enseñanza. Y así surgen estos centros educativos en los países católicos de Europa que se implicaron en la formación moral e intelectual de misioneros irlandeses, que después volverían a su país a ejercer su ministerio. Su importancia no fue menor que la de otros colegios alcalaínos, y varios colegiales llegaron a ser obispos irlandeses. Estuvo funcionando hasta 1785 en que se cerró. En 1854 ya se había fundado una universidad católica en Irlanda, y los colegios irlandeses en el extranjero dejaron de tener utilidad. En lamentable estado de conservación, fue subastado en 1795 y comprado por el conde de Güemes. Como todos los colegios seculares de Alcalá pasó por dos estadios. Primero se transformó en residencia particular de aristócratas convirtiéndolo en casa-palacio, como los del Rey, de León y SS. Lucas y Nicolás, siendo uno de los mejores palacios de la ciudad. Y posteriormente, en fecha indeterminada del siglo pasado, se convirtió en casa de vecindad, como los colegios de Aragón, de Lugo y de SS. Justa y Rufina. Actualmente alberga Alcalingua centro de la Universidad de Alcalá dedicado a la enseñanza de español para extranjeros y a la formación de profesores de español. Continuando con el itinerario que siguió el rey francés, tras recibir a la autoridades complutenses, se dirigió a pie a la Catedral-Magistral, convertida en un almacén donde se custodiaban reliquias y objetos artísticos y de culto de gran valor que habían salido de sus templos al quedar suprimidas y disueltas todas las órdenes regulares monacales, mendicantes y clericales. Acogió el cuerpo de San Diego trasladado desde su convento, que había sido transformado en hospital militar. También guardaba la imagen de la Virgen del Val tras quedar dañada su ermita, las Santas Formas cuya capilla estaba en la iglesia de los Jesuitas antes de que fueran expulsados, y muchos otros objetos. En la catedral se le dieron a adorar las Sagradas Formas, y se abrió el arca de los Santos Niños para que viera las reliquias. En agradecimiento, José Bonaparte regaló un anillo de oro y diamantes para coronar la custodia que conservaba las formas incorruptas, aunque algunos dudan de aquella donación. El culto a éstas tenía mucho arraigo popular en Alcalá desde que en 1619 teólogos y profesores de la universidad las consideraran incorruptas después de someterlas a diferentes pruebas desde que se descubrieron en 1597. Fueron sacadas en procesión por primera vez en 1620; desde entonces todos los años se organizaba un importante desfile el cuarto domingo de Cuaresma, cuando se celebraba su festividad. Era la procesión más importante, si cabe, que la de los Santos Niños, patronos de Alcalá. Pero ni su generosidad e interés por adorar las reliquias locales obraron el milagro de sumar adeptos entre los naturales. Como estamos viendo su estancia entre los complutenses estuvo repleta de gestos encaminados a ganarse la simpatía del pueblo llano. Y para ello no dudó en prometer que levantaría una estatua al insigne escritor Miguel de Cervantes que aún carecía de monumento alguno en su ciudad natal. Aunque no era ésta la primera vez que se proponía erigir un monumento a nuestro vecino más universal (ya lo había hecho antes el padre Sarmiento, erudito y escritor benedictino en su obra «Noticia de la Verdadera patria (Alcalá) de El Miguel de Cervantes» escrita en 1767), sí era la primera vez que se realizaba un proyecto con datos. «En la plaza del mercado de Alcalá de Henares, se erigirá una estátua á Miguel de Cervantes Saavedra. Todas las ciudades de España contribuirán para costear este monumento. La ciudad de Alcalá de Henares, como pátria de Cervantes, será exenta de esta contribucion. El artista que presentase el mejor modelo de este monumento quedará encargado de su ejecucion». Sin embargo, aquella iniciativa no prosperó, y aún habría que esperar hasta el 9 de octubre de 1879, aniversario del bautizo de Miguel de Cervantes, para ver la inauguración, en la plaza que lleva su nombre, de la actual escultura, obra en bronce del florentino Carlo Nicoli y Manfredi de 2,71 metros de altura y fundida en Florencia. Ceremonia que tuvo lugar a la una menos cuarto del medio día en un acto solemne presidido por una comitiva cívica que partió del palacio arzobispal. Tras un discurso del primer edil, se descubrió la estatua, entre los sones de las bandas militares, el volteo de campanas y el estruendo de las salvas de honor, siendo alcalde Esteban Azaña, padre del que luego sería presidente de la segunda República. Desde la Catedral-Magistral José Bonaparte se dirigió a pie por la calle Mayor hasta la Universidad. Con la invasión la institución había quedado prácticamente anulada. Aunque las inauguraciones de curso se mantuvieron, no había casi alumnos. Según el investigador Luis Miguel de Diego Pareja, el sentimiento patriótico movió al claustro a decidir el pago del armamento de los estudiantes que se alistaran voluntarios en los ejércitos españoles, lo que fue prohibido por el Consejo de Castilla, terminando con la salida de los componentes del claustro y de la mayoría de los estudiantes de la ciudad. Según narra Juan Domingo Palomar en su diario, durante la visita del monarca francés éste»…estuvo registrándolo y viéndolo todo…». Se deduce de sus palabras cierta desconfianza, comprensible si tenemos en cuenta el saqueo que realizaron las tropas francesas de los templos y conventos complutenses con el beneplácito del rey josefino. Allí, en el primer piso, visitó la biblioteca, dividida en cuatro salas que guardaba 20.000 volúmenes. La Sala mayor o «Librería» tenía una estantería dividida en dos cuerpos, quedando entre ambos un pasillo que permitía el acceso a los libros situados en los estantes más altos. En las otras tres salas se encontraban los índices, sala de armas con cañones pequeños, picas, ballestas y armaduras. Y el Gabinete de antigüedades, un pequeño museo donde se guardaban los tesoros de la Universidad: recuerdos de Cisneros, cartas autógrafas del Cardenal guardadas en una caja de terciopelo carmesí, las llaves de la Alcazaba de Orán, el pendón que hizo tremolar el Cardenal sobre los muros de la misma, varios estandartes musulmanes, idolillos de bronce, una colección de mármoles españoles, monedas, un esqueleto humano reproducido en cera, el retrato en alabastro del Cardenal, obra de Felipe Bigarny y el ejemplar de la Biblia Poliglota Complutense que hoy se conserva en la Bbiblioteca Nacional. También visitó el Paraninfo y la capilla de San Ildefonso, cuyas construcciones son auténticas joyas de arte en sí mismas, entre otros lugares. Todos estos gestos y esfuerzos para seducir a los alcalaínos, y al resto de los españoles, fueron en vano. Ni siquiera consiguió la creación de una milicia cívica afecta a las autoridades francesas, para la que finalmente fue preciso recurrir al reclutamiento forzoso por incomparecencia de voluntarios, ni prosperaron sus reformas esbozadas en la denominada Constitución de Bayona. Terminada la visita a la ciudad complutense, a medio día, se dirigió hacia Guadalajara, desde donde había llegado, para regresar de nuevo a Alcalá al día siguiente. Y, de nuevo, alojado en la casa de Munárriz, allí pernoctó y celebró una fiesta. Por la mañana salió para Madrid entre la indiferencia de los alcalaínos que lo miraban pasar con curiosidad y en silencio. Fue cada vez más impopular y nunca dejó de ser visto como el representante de la potencia invasora extranjera que fue, y títere de las ilimitadas ambiciones de un hermano autoproclamado emperador de Francia. Textos e imágenes de Complumiradas. Leído por Isabel Anaya Especialista en Estrategia. Gerente de Grupo Villa Otium: Marketing Digital y Diseño Web estratégico. Ayudamos a emprendedores con consultorías y talleres prácticos. Más info en www.grupovillaotim.com

30 jun 2022 - 15 min
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