ESTÁ PASANDO RADIOSHOW.

Porres revela que en el bar del Congreso los dobles de cerveza cuestan 1€ y que un día entró a las doce de la mañana y salió a las diez de la noche más puesto que un ciclista. Las birras las pagó un ex-diputado de Podemos. Aparentemente, Putin se droga. O no, no queda claro. Suenan los Clash. Pisamos todas las canciones. Porres va sin frenos, recomendando libros de drogas en la Alemania nazi. Borja tiene libros firmados por Bobby Gillespie. Abrimos latas en directo, comemos, nos interrumpimos: no nos puede importar menos que se nos entienda. Y así nos luce el pelo. Pero qué divertido, tú. Qué buen rato y qué risas. Suena Bob Mould, por supuesto. Ojalá os haya gustado esta falsa celebración del 10º aniversario tanto como a nosotros. EVERYTHING SUCKS TODAY.

Dedicamos este programa a la memoria de Mark Lanegan, aunque en realidad no tenga nada que ver con nada de lo que hablamos, y a César Martín de la revista Popular 1. Un repaso loquísimo a la realidad mundial (desde Ucrania hasta las cosas del PP y Albert Rivera, pasando por la disolución de Izal, cosa que no está bien visto celebrar, pero lo celebramos) en un episodio que, como cada vez que viene Fernando Porres, se convierte en un peligro. Cada cosa que dice Porres es una mina antipersonas. Y, en realidad, eso es lo divertido: lanza bombas y nos explotan en la cara. Loquillo, Calamaro, Bunbury, Love of Lesbian y litros de cerveza. Una movida de hombres de mediana edad que está a un milímetro de la vergüenza ajena. Rompan todo.

Uno de las secciones más celebradas, sentidas y copiadas de Está Pasando Radioshow es El tristómetro: un espacio dedicado a todas esas canciones tristes que nos acompañan en momentos de nube negra sobre nuestras cabezas. En otras cosas no pero en esto soy un experto. ‘El tristómetro’ (un nombre que creo que sacamos de una publicación online que ya no existe llamada Buddy Head) es un clásico de Está Pasando. Normalmente no falla: discos en cuyas portadas aparecen norias abandonadas, músicos que no miran a la cámara en las fotos de promo, pasión por las imágenes en blanco y negro y una nula capacidad para reírse de uno mismo. La historia de mi vida.

Íbamos a hablar de discos hechos por menores de edad (desde los hijos de Rocío Dúrcal y Junior hasta unos niños de un colegio de Estados Unidos pasando por el grupo de Ryan Gosling, sí, el actor, que grabó un disco bajo el nombre de Dead Man Bones que es ALUCINANTE y en el que participan chavalas y chavales) pero, hasta llegar a ese momento, acabamos hablando de una experiencia S&M de lo más apática, donde una ex-amante me pidió de buenas maneras que le atase a un radiador del piso que compartía en Madrid. Son diez de los minutos más bochornosos de los 11 años que llevamos haciendo el podcast. Es mejor que dejéis de leer esto y lo escuchéis.

Una oda a todos esos humanos que deciden jugarse su dinero para reeditar en pequeñas tiradas discos perdidos, casi legendarios. Humanos que más que discográficas lo que tienen son joyerías. Humanos que permiten que no se rompa la cadena de conocimiento y que son esenciales para que algunos discos sigan vivos y otros vuelvan a la vida. Borja y yo compramos muchas de estas reediciones, aún teniendo las ediciones originales. Lo hacemos porque picamos en lo obvio: nos venden lo mismo con otra portada y con un libro extra. Y nos lanzamos de cabeza. Llevamos así toda la vida. Hemos entrado en esa edad en la que casi preferimos una buena reedición a una buena novedad. Bueno, igual Borja no. No pasa nada.