
Laberinto Criminal
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Over Laberinto Criminal
Un podcast apasionante y cautivador que te sumerge en el oscuro y enigmático mundo del crimen real. En cada episodio, exploramos casos intrigantes y perturbadores que han desconcertado a investigadores y fascinado a la sociedad a lo largo de la historia. Con una narración meticulosa y envolvente, este podcast te lleva a través de un laberinto de misterio, revelando detalles escalofriantes y giros inesperados en cada historia.
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Para cualquier estudiante universitario, las vacaciones de primavera son un esperado regreso a casa, un respiro de los estudios y una oportunidad para reconectar con la familia. Para Anjelica "AJ" Hadsell, una brillante y enérgica joven de 18 años, su vuelta a Norfolk, Virginia, en marzo de 2015 no era diferente. Deportista, creativa y querida por todos, AJ estaba aprovechando la pausa de sus estudios en la Universidad de Longwood. Pero la normalidad de esas vacaciones se vio truncada de forma abrupta y misteriosa. En este episodio de Laberinto Criminal nos adentramos en un caso desconcertante que comenzó con una desaparición y se convirtió en una investigación deliberadamente saboteada. La historia arranca el 2 de marzo de 2015, cuando AJ, que se encontraba sola en casa, se desvanece sin dejar rastro aparente. Las únicas pistas son unos extraños y crípticos mensajes de texto enviados desde su teléfono, y una nota que parece indicar una huida voluntaria. Sin embargo, para su familia, nada de eso encajaba con la personalidad de AJ. Acompañadnos en la crónica de una búsqueda desesperada que, en lugar de ser ayudada, fue sistemáticamente desviada por una figura central del caso. Analizamos cómo la investigación se vio inundada de pistas falsas, acusaciones infundadas contra amigos de la víctima y una campaña mediática orquestada para sembrar el caos y alejar el foco del verdadero culpable. Exploramos la figura del padrastro de AJ, Wesley Hadsell, quien se erigió como el rostro público de la búsqueda, liderando batallones de voluntarios y hablando con la prensa, mientras, en la sombra, manipulaba la investigación. Seguimos el rastro de la policía mientras intentan discernir entre las pistas reales y las que habían sido plantadas, en una carrera contrarreloj que culminó con el hallazgo del cuerpo de AJ cinco semanas después. Este no es solo el relato de un asesinato; es la disección de una mente manipuladora y el estudio de un caso en el que el principal obstáculo para encontrar a la víctima fue, precisamente, quien más alto gritaba su nombre.

En la tranquila ciudad de Hartselle, Alabama, la vida de Hannah Pettey parecía, desde fuera, la encarnación de una joven felicidad. Casada con Brian Mann, un quiropráctico local, y madre de una niña pequeña, su día a día transcurría entre la vida familiar y la iglesia. Sin embargo, en el verano de 2021, una misteriosa enfermedad comenzó a consumir su vitalidad. Lo que empezó como un malestar general, pronto se convirtió en un calvario de síntomas inexplicables: pérdida de peso drástica, dolores constantes, mareos y un agotamiento extremo que la postró en una cama. Los médicos estaban desconcertados, incapaces de encontrar una causa para su rápido deterioro. Este episodio de Laberinto Criminal se adentra en un caso de envenenamiento lento y calculado, una forma de violencia tan silenciosa como letal. La historia comienza cuando Hannah, pesando menos de 45 kilos y al borde del colapso, es finalmente hospitalizada. Es allí, en la unidad de cuidados intensivos, donde una prueba de sangre revela una verdad impactante que ningún médico había considerado: su cuerpo estaba saturado de plomo. El diagnóstico no era una enfermedad rara, sino un envenenamiento agudo. La pregunta que surgió de inmediato fue: ¿cómo una joven madre de Alabama había estado expuesta a cantidades tan masivas de un metal pesado? Acompañadnos en una investigación que se desvía de las escenas del crimen convencionales para entrar en la intimidad de un hogar. Analizamos el desconcierto inicial de los investigadores al buscar la fuente de la contaminación. Exploramos la figura del marido, un profesional de la salud que parecía un pilar de apoyo para su esposa enferma, pero cuyo comportamiento empezó a levantar sospechas. Seguimos el rastro de la ciencia forense, desde el análisis de supuestos suplementos vitamínicos hasta el increíble hallazgo en unas radiografías que lo cambió todo. Este no es solo el relato de un intento de asesinato, sino la crónica de un engaño sofisticado y una traición inimaginable. Una historia que nos recuerda que las armas más peligrosas no siempre son las que hacen ruido, y que el veneno más efectivo, a veces, se administra con una sonrisa.

En julio de 2018, en una extensa propiedad rural de Cherokee County, Georgia, el hijo de un respetado abogado local hizo un descubrimiento macabro. En medio de los restos aún humeantes de una hoguera, entre cenizas y maderos carbonizados, encontró lo que parecían ser huesos humanos. La policía no tardó en confirmar la identidad de los restos: pertenecían a su propio padre, Gary Farris, un hombre de 58 años que, supuestamente, llevaba varios días desaparecido. Este episodio de Laberinto Criminal se adentra en la oscura historia que se escondía detrás de una muerte que, al principio, parecía un trágico accidente. La primera versión de los hechos, ofrecida por la esposa de la víctima, Melody Farris, sugería que Gary, un hombre con problemas de salud, podría haber sufrido un infarto y haber caído accidentalmente al fuego que él mismo había encendido. Pero una pequeña anomalía encontrada durante la autopsia, un fragmento de metal alojado en una de las costillas de la víctima, cambió el curso de la investigación de forma radical. No era un accidente. Era un asesinato. Acompañadnos mientras exploramos una investigación que destapó una red de secretos en el corazón de una familia aparentemente perfecta. Analizamos un matrimonio de casi cuatro décadas marcado por las infidelidades, las tensiones económicas y las mentiras. Seguimos a los detectives mientras desmontan, una por una, las coartadas de la principal sospechosa, cuya historia se desmoronaba con cada nueva prueba. Esta no es solo la crónica de un crimen, sino el retrato de una doble vida y de cómo una mujer, tras décadas de matrimonio, decidió ponerle un punto y final de la forma más brutal e inimaginable.

Existen lugares donde el paisaje es una promesa de paz. Las llanuras del Medio Oeste americano, con sus carreteras secundarias que serpentean entre infinitos campos de maíz, son uno de ellos. En el condado de Fulton, Ohio, la vida transcurre con una calma predecible, al ritmo de las estaciones. Es una comunidad donde la confianza es la norma y el mal parece un concepto lejano, algo que solo ocurre en las grandes ciudades. Fue en este escenario de aparente seguridad donde, en el verano de 2016, emergió una oscuridad que nadie sospechaba. Este episodio de Laberinto Criminal narra la historia de Sierah Joughin, una brillante y enérgica joven de 20 años con toda la vida por delante. Una cálida tarde de julio, mientras volvía a casa en bicicleta por una carretera que conocía a la perfección, desapareció sin dejar rastro. Lo que comenzó como la angustiosa búsqueda de una hija por parte de su familia, pronto se transformó en la investigación de un secuestro violento cuando su bicicleta fue encontrada oculta entre las altas hileras de un maizal. La escena era la prueba de que alguien se la había llevado por la fuerza. Acompañadnos en una investigación que destapó una verdad aterradora: el mal no era un extraño de paso, sino un vecino que llevaba décadas ocultándose a plena vista. Las pesquisas de los agentes les condujeron hasta James Dean Worley, un residente local cuya propiedad escondía un secreto monstruoso. Detrás de la fachada de un granero normal y corriente, la policía descubrió una guarida del horror: una habitación subterránea, un congelador forrado con una alfombra ensangrentada y una colección de herramientas de tortura que demostraban que Worley no era un asesino impulsivo, sino un depredador metódico y experimentado. Profundizamos en el pasado de Worley, revelando cómo un crimen casi idéntico que cometió 26 años antes debería haber sido la advertencia que la sociedad nunca escuchó. Analizamos el papel crucial del testimonio de su única víctima superviviente, cuyo valor en el juicio fue determinante para lograr justicia. Pero esta no es solo la crónica de un crimen y su resolución. Es también la historia de cómo una familia y una comunidad, destrozadas por el dolor, transformaron su tragedia en un legado de cambio, impulsando la "Ley de Sierah" para proteger a otros y demoliendo el escenario del horror para borrar su mancha de la tierra.

Nicole VanderHeyden, conocida por todos como Nikki, tenía 31 años, una sonrisa luminosa y una vida construida con esfuerzo. Era madre de tres hijos, profesora de ciencias en un instituto de Wisconsin y alguien que, pese a las dificultades de la vida, intentaba siempre mirar hacia delante. Amaba la naturaleza, su trabajo y a su familia. En mayo de 2016, su rutina dio un giro inesperado: Nikki desapareció tras una noche con amigos. Horas después, su cuerpo apareció en un campo, brutalmente golpeado. El crimen sacudió a Green Bay. Su pareja, Doug Detrie, fue la primera persona en la que pensó la policía. Estaba con ella aquella noche. Tuvieron una discusión. Doug se fue antes que ella. Todo encajaba... o eso parecía. Doug fue detenido. Y durante semanas, todos pensaron que el caso estaba resuelto. Pero no lo estaba. Las pruebas, cuando se examinaron con detalle, lo exculpaban. No había sangre, ni restos, ni contradicciones claras. Solo una historia turbia y muchas incógnitas. Mientras tanto, los verdaderos indicios llevaban a un nombre: George Steven Burch. Un hombre con antecedentes, sin conexión directa con Nikki, pero con una señal imposible de ignorar: su ADN estaba en el cuerpo de la víctima. También estaba en su cinturón, en su ropa. Su móvil, según los registros, lo situaba en los mismos lugares que Nikki aquella noche. Fue la tecnología la que acabó derribando la primera teoría de la policía. Este episodio de Laberinto Criminal nos sumerge en un caso que fue cerrado con rapidez, pero que tuvo que reabrirse cuando la verdad llamó a la puerta con más fuerza que las suposiciones. Una investigación mal orientada, una familia rota por la pérdida y un giro inesperado que lo cambió todo. El juicio contra Burch fue tenso. Él ofreció una versión rocambolesca: que había visto a Doug matar a Nikki y que él solo se deshizo del cuerpo por miedo. Pero las pruebas, una vez más, hablaron por sí solas. En 2018, fue declarado culpable y condenado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Nikki murió a manos de un desconocido. Pero su historia nos recuerda hasta qué punto la primera impresión puede ser peligrosa en una investigación. Y cómo, cuando el foco se pone sobre la persona equivocada, la verdad puede quedar enterrada bajo capas de prejuicios, errores y urgencia por cerrar un caso. Hoy, en Laberinto Criminal, te contamos el caso de Nikki VanderHeyden. Una desaparición en una noche cualquiera. Una escena brutal. Y una justicia que tardó demasiado en mirar en la dirección correcta.

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