Roma Aeterna

Esta semana cruzamos las aguas sagradas del Tíber para adentrarnos en el corazón del mito. Acompaña a Eneas en su alianza con Evandro, la leyenda de Hércules y la fundación de Roma que está a punto de nacer. Entre sueños proféticos, batallas monstruosas y armas forjadas por los dioses, el destino de un imperio empieza a tomar forma, con la alargada sombra de Augusto dominándolo todo.

En lo alto de una colina, Roma perdió a uno de sus grandes. La muerte de Marcelo, atrapado en una emboscada de Aníbal, marcará uno de los momentos más duros de toda la segunda guerra púnica. Mientras tanto, Escipión avanza, el mundo ibérico se resquebraja, y bajo tierra, la arqueología empieza a revelar lo que los textos no contaron: Baecula ya no es un nombre, sino un campo de muerte. Entre ruinas, política y profecías oscuras, Roma aún tenía cuentas pendientes.

Desde su nacimiento en la Subura hasta su asesinato a los pies de la estatua de Pompeyo, repasamos la vida de uno de los personajes más fascinantes de la historia de Roma. Cónsul, general, amante de Cleopatra, dictador perpetuo… y víctima de una conjura legendaria. Un recorrido lleno de luces y sombras por la figura de Cayo Julio César. Con la voz de Roma Aeterna y el espíritu escobulero como guía. Un episodio único. Un homenaje compartido.

Eneas llega por fin a las tierras del Lacio, pero su llegada no será bien recibida. Los dioses vuelven a intervenir, los prodigios se multiplican y la sombra de la guerra se cierne sobre los troyanos. La alianza con el rey Latino se tambalea, y la furia de Juno desata un conflicto imparable. En este episodio recorremos el apasionante Libro VII de la Eneida, donde empieza el verdadero choque entre dos mundos.

En el año 209 a.C., Roma pasa a la ofensiva. El cónsul Quinto Fabio Máximo ataca Tarento con una estratagema brillante mientras Marcelo se lanza a por Aníbal en campo abierto. Hispania tampoco se queda atrás: Escipión derrota a Asdrúbal en Bécula y asesta otro golpe a los cartagineses en la península. Tres escenarios, una misma conclusión: Roma ya no huye, Roma golpea.