Coaching para escena - Un podcast de Leo Cosentino
Podkast av Coaching Para Escena - Un podcast de Leo Cosentino
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23 EpisoderHola, cómo están? Bien gracias. Me doy cuenta de que espero un feedback. De vez en cuando me llegan cosas geniales como respuesta a esto que hago de escribir y luego grabar cada semana, pero vengo del Teatro callejero y crecí mirando la cara de las personas mientras miraban mi trabajo. Les vi reír, emocionarse y hasta disgustarse con lo que en mis improvisaciones surgía. También vi a quienes que se alejaban por falta de interés y vi gente que venía atrapada desde lejos por la magia que salía de la pista ocasional. La sensación que brinda en cambio la virtualidad es como la de tirar un doble mortal, caer de pie, abrir los brazos y escuchar luego cri cri… cri cri… ABRO PARENTESIS Me veo obligado a reconocer que hoy retomo la escritura de esto por cuarta o quinta vez y lo hago desde otro lado. Esto tiene que ver con que cada una de las veces que me puse con esto y leí la frase “me doy cuenta de que espero un feedback” pude permanecer frente al teclado unos pocos minutos más y luego, andando por ahí, ese retorno llegó por el lugar menos pensado. Hoy quiero agradecer como mensaje central de este podcast, la respuesta inmediata de la Vida e insistir, en que la claridad en el pedir se puede aplicar a todo aquello que resulte noble. Estos tiempos inciertos que estamos atravesando nos llenan de dudas y nos distraen de nuestro objetivo con mucha facilidad. Siento que tenemos la obligación de armarnos un plan y obligarnos a seguirlo mientras resulte posible. CIERRO PARENTESIS Aprovechando que ya dije lo que dije les voy a insistir en que entiendo que a mayor interacción mayor provecho (especialmente tratándose de quien les habla). Reconozco que espero ansioso el momento en el que lleguen esos comentarios, sugerencias o consultas apostando a que contribuyan al crecimiento. A veces me descubro esperando que alguien me diga “Leo estaría bueno que hables de tal o cuál cosa. No tengo mucho más que decir esta vez. Sé que hay quienes leen o escuchan esto porque la internet tiene eso de que todo queda registrado. Feliz de tenerles de ese lado les saludo. Espero poder leerles, escucharles y verles. Salú!
Cuando tenía apenas 15 años un día, en la escuela, se me complicó. Me llamaron y me dijeron que me habían descubierto. Que se habían dado cuenta que era un pillo y que estaban seguros de que no me iba a servir para la vida ese comportamiento. Me dijeron también que me daban una oportunidad más para que intente manejarme de otra forma y así obtenga beneficios en lugar de complicaciones. A partir de ese momento resolví estar más atento a lo que esas personas creían que era bueno para mí y me sorprendió bastante descubrir que unas cuantas de esas cosas me interesaban. Después me empecé a aburrir, pero eso ya corresponde a otro asunto. Lo que me interesa compartir es que esa vez descubrí a un hombre (de los que formaba parte de ese plantel docente) que no era específicamente docente sino, ingeniero. El tenía una forma de explicar los fenómenos de la Física que era un placer escucharlo. Lo complejo para ese grupo de adolescentes con las hormonas revueltas era justamente eso: Escucharlo. Ya que hablaba de una forma muy monótona y a un volumen extremadamente bajo. Hoy puedo estar seguro de que, si a ese hombre le hubieran enseñado a ver cosas tales como lo mal que manejaba su voz, el status que desempeñaba frente al curso o la falta de musicalidad de su relato y le hubieran ofrecido herramientas para aplicar esos principios a sus clases, sin duda habría despertado un interés muy claro y apasionado en el grupo que ese del que yo formaba parte. Sigo observando este tipo de cosas en un montón de personas que comparten sus conocimientos acerca de diversos temas haciendo uso de distintas modalidades y plataformas y se me repite esa sensación muchas veces. Encuentro especialistas en cuestiones muy interesantes con un gran volumen de material para entregar al mundo, que no encuentran la manera de llegar a donde quieren, ni a desarrollar al máximo su potencial, porque aburren con su forma de hablar o distraen con gestos innecesarios entre otras formas de boicotearse inconscientemente. Estas cuestiones se modifican con un plan de trabajo diseñado por alguien que cuenta con sensibilidad en ese sentido y aporta su mirada de manera amable para que se pueda visualizar la problemática y trabajar directamente sobre ella ampliando la mirada y empoderándose, en lugar de recurrir a la defensa. Solo resulta necesario atreverse y tomar en cuenta estos detalles como algo importante para nuestra tarea. Del mismo modo que, resulta necesario trabajar para atraer clientes, debemos asegurarnos de que nuestro mensaje llegue hasta donde queremos que llegue y que sea contundente. Podemos tener un auditorio repleto y un discurso genial, pero si no tomamos en cuenta el cómo vamos a compartirlo, es posible que no surta el efecto esperado. Si esto que comparto ahora te resuena y sentís que te vendría bien trabajar estos asuntos, te invito a que me conectes para que veamos por dónde es que se está fugando la energía que hace que se dificulte la comunicación. Si mientras leías o escuchabas te acordaste de alguien, a quien crees, que le podría venir bien esta info por favor compartírsela. Alegría para quienes están de ese otro lado y Salú!!!
Me quedé enganchado con un texto que les recomendé hace unas semanas: “Iniciativa” de Goethe. Lo volví a leer recién y me resulta genial. Si no lo leyeron insisto en que lo hagan. La cuestión es que ese texto tan genial, que está cargado de versos impresionantes, nos habla de que cuando nos comprometemos y tomamos una iniciativa, se activan una cantidad inimaginable de fuerzas de asistencia. Y a mí, como casi todo en esta vida, me trae en el acto un reflejo instantáneo en mi anecdotario que por alguna extraña razón es inmenso y muy cargado de detalles. El recuerdo que me trae este texto tiene que ver con la banda de música en la que yo tocaba hace algunos años. Habíamos tomado la mala costumbre de ensayar sólo cuando teníamos una presentación cerca. El compromiso que cada uno depositaba en el proyecto se había reducido a una pasada unos días antes de cada presentación y el show. Eso hizo que la banda, que era genial, fuera perdiendo el brillo que tenía cuando estábamos aprendiendo las canciones y jugándonos todo frente al público. Ese era el tiempo en el que nos juntábamos cada semana y si teníamos cerca un trabajo podíamos contar con uno o dos encuentros más. Cuando entramos en la etapa de repetición y empezamos a juntarnos menos, la pérdida de ese entusiasmo provocó que nos llamaran cada vez menos hasta que la banda entró en un letargo que duró unos meses. Tiempo después extrañé aquello, invité al resto a juntarnos como en el principio y quedamos para un lunes. Cuando llegó el día nos reencontramos. Estábamos charlando mientras preparábamos nuestros instrumentos y cuestiones, y cuando estábamos listos para empezar a tocar, sonó el teléfono ofreciendo trabajo para la banda. Éramos siete. Ninguno podía creerlo. Pero el mensaje nos quedó muy claro y para siempre. Si queremos que algo se active tenemos que comprometernos y trabajar para ello, intentando no distraernos con miedos e inseguridades y convocando a las personas con las que queremos trabajar. Y después será necesario que confiemos y sostengamos nuestro compromiso recurriendo cada tanto a los pilares sobre los cuales se construyó la cosa en cuestión. Con fe y perseverancia, pero también con entusiasmo. Si sólo encontramos la receta y la repetimos, corremos el riesgo de aburrirnos y ver cómo lo construido pierde empuje. Aprovechemos la magia que se da cuando creamos. Salú
Hace un tiempo, un algoritmo me regaló la posibilidad de descubrir a L´entourloop, un colectivo de artistas de la música que cuenta con dos deejays que suman entre ambos una cantidad de años notable (me arriesgo a decir que más de 150). La primera vez que me llegó fue en formato de video. Vi una sala blanca con cuatro bandejas para vinilos, mezcladoras y otros aparatos y entré a ver de qué se trataba. Entraron en escena dos viejitos caminando (del modo en que camina la gente de esa edad) y se pusieron a mezclar música. Ese video es impresionante para mí. Y ellos más. Tocan durante una hora y cuarto siendo completamente atravesados por la música. Sus manos se mueven como si tuvieran 15 años. Bailan y se hacen chistes mientras. Desde entonces los escucho todos los días y cada tanto me gusta mirarlos. Ya sea tocando en un bar, tallando o paseando en un Citroën 3cv por Francia mientras suena su música. Les recomiendo que los vean, son muy inspiradores. Viéndolos y pensando en la suerte que tienen de estar así de apasionados y de sentir en su cuerpo el bienestar que provoca estar haciendo lo que hay que hacer, me acordé de Slava Pollunin, un payaso ruso que admiro mucho y que en una entrevista - que está publicada en el canal de youtube de RT en español - dice que uno de sus grandes placeres es ver a sus compañeros de elenco más mayores ser como niños mientras trabajan. Y pensaba que eso mismo lo veo en gente que se dedica con alegría a la construcción, a la jardinería, administración, etc. Se trata de estar haciendo lo propio y de tener un proyecto. Dictando talleres de teatro en centros de jubilados para la obra social Pami, pude ver muchas veces lo bien que hace a la gente tener un proyecto que le entusiasme. Y en las reuniones del equipo de profesionales con que trabajábamos en los centros, ese era un tema recurrente. En los tratamientos de pacientes con diagnósticos de esos que asustan, también se tiene en cuenta el hecho de que un proyecto de esos que comprometen anímicamente a la persona puede traer de la mano mucho alivio y hasta la cura. Yo, por mi parte, estoy seguro de que no es necesario llegar a estar enfermos ni con el cuerpo cansado por los años para experimentar el placer del entusiasmo y para permitirnos que un proyecto nos sane. Proyectar y crear a partir de algo que nos entusiasme para vivir mejor. Y si es en equipo, dos veces mejor. Una vez leí a un maestro (Rudolf Steiner) que dijo algo así como que: la libertad es lo que se experimenta cuando se mira junto a otros seres un objetivo común. Me parece genial esa idea para cerrar y quedarnos pensando en ella. Gracias por estar del otro lado y Salú!
Pensaba en una frase que me acompaña de hace mucho y que dice así: “Creer es Crear” Cuando me llegó, registré que, si en el escenario yo sugería con la mímica un objeto o espacio y creía profundamente en lo que estaba generando, entonces yo podía verlo y el público también. Mis primeros maestros, Igón Lerchundi y Roberto Escobar, eran dos grandes artistas de la pantomima. Aprovecho para enviarles mi cariño hasta la estrella en la que estén. Una vez en Buenos Aires se les acercó un hombre a felicitarlos por un trabajo que acababan de presentar. Luego de los saludos correspondientes, este señor les contó que los había visto en escena unos treinta años antes en un festival europeo y contó que lo único que recordaba con detalle era el baúl alrededor del cual sucedía la acción (Hasta se refirió al color del cuero y a los herrajes dorados de bronce). Aunque parezca mentira, ese baúl no existía materialmente en la escena. La magia de la pantomima como sabemos, consiste en valerse de la capacidad del cuerpo para expresar sensaciones y crear los escenarios y objetos necesarios para la representación. Es cierto que estamos hablando de dos expertos en dicha técnica, pero lo que me interesa resaltar a mí es que una persona percibió tan fielmente ese objeto “inexistente” (si le cabe el término) que 30 años más tarde, en su recuerdo el baúl era material. Me interesa mencionar además que Igón, quien recibió el cumplido, en un gesto de grandeza y humildad, se guardó el secreto, dejando que dicho baúl siguiera siendo real para ese hombre que lo recordaba con tanto detalle y disfrute. Pasaron los años y he visto muchas veces alumnes en mis clases que creaban un automóvil o una pared por ejemplo y luego lo olvidaban y pasaban caminando por allí, destruyendo su creación abandonada. Esto resultaba doloroso para quienes estábamos mirando la situación y mi lugar me obligaba cada vez a observarlo. Ahora creo que esto aplica también a muchos otros ámbitos de la vida. Que, si creamos creyendo, y nos esforzamos por sostener aquello, crearemos algo que se volverá real. Especialmente para aquellas personas que acompañan nuestra creencia. Que creen en nosotres. Si en cambio, hacemos sin creer en lo que estamos haciendo, corremos el riesgo de destruirlo y generar una sensación de desilusión para el resto. Ya que estamos en el tema quiero aprovechar para recomendarles que busquen un texto que está en el Fausto de Goethe que se llama “la iniciativa” (es apenas una carilla. Búsquenlo!). Seguramente servirá para aclarar un poco más esta idea. Me despido hasta la próxima deseándoles un buen viaje. Salú!
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