
Sólo en Podimo
Fiebre Blanca
Podcast de Podimo
Fiebre Blanca te sumerge en el enigmático universo de la Antártida, un vasto territorio de 14 millones de kilómetros cuadrados repleto de secretos congelados en el tiempo. Este podcast de Podimo, narrado con maestría por Humberto Busto, desentraña historias reales de intriga, amor, muerte y aventura en el continente más inhóspito del planeta. Cada episodio revela misterios ocultos bajo capas de hielo milenario, desde expediciones dramáticas hasta crímenes inexplicables. Prepárate para un viaje auditivo que desafía los límites de la supervivencia humana y explora los rincones más fascinantes y peligrosos de la Tierra. Fiebre Blanca es más que un podcast; es una expedición al corazón helado de la aventura y el misterio.
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Un pódcast que ha recurrido a la ficción y a la radionovela, de la mano del actor Humberto Busto, pero también a los hechos que el periodista Alejandro Almazán reportó y a las únicas entrevistas que concedió el asesino Gumaro de Dios. Búscalo ya en Podimo.

En mayo del año 2000 un científico australiano estaba trabajando en una de las bases cuando empezó a sentirse mareado. A los minutos murió. Durante meses se guardó su cuerpo congelado hasta que se le realizó una autopsia. Los resultados fueron concluyentes: la causa de la muerte había sido envenenamiento, alguien lo había asesinado.

Las mujeres siempre tuvieron un lugar secundario en las narraciones sobre la Antártida. Pero hay más para decir que lo que contaron los libros de historia: en la primera mitad del siglo XX la estadounidense Edith Jackie Ronne se sumó a una arriesgada expedición y se convirtió en la primera mujer en pasar el invierno en la Antártida.

En 2002 uno de los miembros de la base McMurdo anunció que serían visitados por extraterrestres. Sus compañeros vieron que el hombre había preparado en secreto una recepción para los inesperados visitantes. Lo que no sabían era que, si no lo detenían, la fiesta de bienvenida podía poner en riesgo la vida de todos.

En enero de 1939 un grupo de expedicionarios viajó hasta los confines del mundo con una misión que les habían encomendado: la Antártida debía ser territorio nazi. Los únicos testigos de su llegada fueron unos pingüinos, que se sobresaltaron al escuchar el grito de “Heil Hitler!”.
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