Smoking Gun

Cuando Lucille Johnson fue encontrada muerta en su propia casa, no fue el arma homicida o el método de entrada lo que proporcionaría la pista de lo que había sucedido. En este episodio, contamos la historia de cómo unas piezas de Lego proporcionaron respuestas en un caso que amenazaba con quedarse sin resolver y desenmascararon a un asesino que, por desgracia, había vuelto a matar. En el episodio final de la temporada, contamos uno de los casos más trágicos e impactantes de un doble asesino que pensó que se saldría con la suya en dos ocasiones, pero que no pudo escapar de la ley.

Al llegar a una casa con tres cadáveres y un testigo gravemente herido, los investigadores se enfrentaron a una batalla cuesta arriba para dar sentido a la escena e identificar a los delincuentes. Y no esperaban que la parte superior de un pijama contuviera las pistas vitales que podrían explicar los hechos y llevar el caso a una conclusión dramática.

Los investigadores tienen muchas herramientas a su disposición. Y cuando un sospechoso está en el punto de mira, las utilizan todas con la esperanza de poder encontrar las pruebas que necesitan. Pero es sorprendente que algo tan simple como una patata pueda confirmar sus sospechas. En este episodio exploramos una desaparición desconcertante, que se convirtió en una investigación por asesinato. Pero mientras el sospechoso estaba bajo investigación, se necesitaría una implicación forense increíblemente detallada para finalmente demostrar el caso en su contra.

Cuando la policía investigó a un posible asesino en serie en las calles de Manchester, Inglaterra, temieron tener un problema mayor. Las pruebas apuntaban a DOS asesinos, operando al mismo tiempo, en la misma ciudad. Este episodio cuenta la historia de uno de los asesinos menos conocidos pero más peligrosos del Reino Unido, y cómo utilizó una lima de uñas para evitar ser detectado y continuar con su ola de asesinatos, engañando a los agentes forenses hasta que la terrible verdad finalmente salió a la luz.

Un investigador sabe que las huellas dactilares, los mechones de pelo y las salpicaduras de sangre pueden ser pistas vitales en la investigación de un asesinato. Pero en este episodio contamos la historia de cómo un cerebro humano, donado a la ciencia, se convierte en la prueba irrefutable en uno de los casos de asesinato más extraordinarios jamás vistos en el Reino Unido.