Iglesia Fielder Mensajes

Jesús enseña que hay un poder sobrenatural en la unidad, tanto en nuestra vida personal, como en nuestro matrimonio y en la Iglesia. La unidad no es solo un ideal bonito; es la clave para experimentar el poder del Espíritu Santo. Cuando los creyentes estamos unidos en oración, adoración y propósito, movemos el corazón de Dios y abrimos la puerta para que Su poder obre entre nosotros. Pero cuando entra la desunión por causa del rencor, la ira o la falta de perdón, el Espíritu se entristece y Su poder se detiene.

Nuestro orgullo nos hace demasiado confiados en nosotros mismos, demasiado poco temerosos del pecado y demasiado indiferentes hacia Dios. Cristo se hizo débil, vulnerable y quebrantado para que los débiles, vulnerables y quebrantados pudieran encontrar vida y salvación en Él. La fe en un Cristo crucificado debería llevarnos a confiar en Dios, temer al pecado y negarnos a nosotros mismos.

Nos perdemos de su poder, propósito y provisión porque olvidamos poner nuestra fe en quién Él es y en lo que vino a hacer. Cuando ponemos nuestra fe en Jesús y en su resurrección, comprendemos que quién Él es y lo que hizo es todo lo que necesitamos. Tenemos poder sobre el enemigo, propósito en el sacrificio y provisión para dirigir a otros hacia Él.

No nos damos cuenta de lo que tenemos disponible cuando nos encontramos con Jesús, por eso no buscamos un encuentro con Él como deberíamos. La Resurrección de Jesús significa que podemos tener un encuentro con el Señor Jesucristo resucitado siempre que lo deseemos. Solo necesitamos apartar tiempo para reunirnos con Él y permitirle transformarnos como solo Él puede hacerlo. La fe en Cristo nos impulsa a venir a Cristo.

Pensamos que la vida se trata de lo que podemos obtener de ella. No nos damos cuenta de que la iglesia se trata más de sacrificar lo que creemos que es la vida para ganar lo que es la verdadera vida, que es su presencia y su gloria. El evangelio nos enseña que cada sacrificio por el bien de ganar la eternidad con Dios vale la pena. Tanto así que Dios Padre estuvo dispuesto a sacrificar a su Hijo Jesús, y Jesús estuvo dispuesto a sacrificar su vida. Todo para que pudiéramos recibir la vida con su Espíritu Santo aquí en la tierra y vida en la eternidad también.