
Próximo capítulo
Podcast von Ari3l
Nimm diesen Podcast mit

Mehr als 1 Million Hörer*innen
Du wirst Podimo lieben und damit bist du nicht allein
Mit 4,7 Sternen im App Store bewertet
Alle Folgen
154 Folgen
Cuando pensamos en idolatría, imaginamos estatuas o altares antiguos. Pero ¿y si te dijera que muchos cristianos hoy adoran ídolos sin saberlo? No son de piedra ni de oro... son sus relaciones, sus títulos, sus plataformas, sus ministerios o incluso su imagen. Este episodio no es cómodo, pero es necesario. Porque no se trata solo de a quién adoras con los labios, sino a quién le das tu corazón en lo secreto. Hoy vamos a confrontar una verdad incómoda: los ídolos no siempre están fuera de la iglesia... a veces están sentados en la banca, en el púlpito o viendo este episodio...

¿Te ha pasado que sientes el deseo de compartir tu fe en el trabajo, pero te detienes porque te da vergüenza? O peor aún… ¿has querido hablar de Dios, pero tu conducta como que no te ayuda y no te da credibilidad? Muchos cristianos hemos vivido esa tensión: queremos ser luz donde estamos, pero el miedo al rechazo, al juicio o a quedar en evidencia nos frena. Hoy te pregunto ¿Tu fe se nota, incluso cuando no hablas?

Hoy muchas personas se casan por razones que suenan bonitas, pero que no están alineadas con el diseño de Dios: “para no estar solo”, “para ser feliz”, “porque ya toca”, “porque me enamoré”, ”porque se me va el tren”, “pórque es la voluntad de Dios”... En este episodio confrontamos esas motivaciones y presentamos el matrimonio como un medio que Dios usa para formar en nosotros el carácter de Cristo.

He escuchado a muchas personas decir que al mundo venimos a ser felices, que el matrimonio es para hacernos sentir completos, plenos, realizados. Pero hay una verdad que incomoda y confronta: Dios no está tan interesado en tu felicidad como en tu santidad.

¿Te ha pasado que llega junio y sientes que el año te está rebasando? Hiciste planes, metas, propósitos… y la vida simplemente tomó otro rumbo. Hoy quiero hablarte de eso: de la frustración, de los cambios inesperados y de ese susurro de Dios que nos dice: Recalculando… no vamos tarde, solo vamos distinto.